miércoles, 17 de febrero de 2010

Sigue haciendo frío, ¡menuda novedad!, el ambiente se caldea con los debates económicos,;y lejos de contagiarme del ardor popular sigo enrollada en mi manta tratando de dilucidar si existe o no el fenómeno literario como una realidad objetiva. No tiene mucho que ver, pero en esas estoy cuando el reloj pasa de la una de la madrugada y ha cesado el ruido ambiental.
Los grillos no suben al segundo piso y sin esa clase de suerte me veo incapaz de terminar mi propósito del día: hallar una solución a tan terrible problema ontológico. Quizás cinco horas de trabajo "ininterrumpido" (eso en mi es prácticamente imposible), sean suficientes por hoy y mañana, fresca como una lechuga en día de mercado, aborde mi misión con renovada e inusitada alegría.

Volviendo al debate económico, ya no sé si estamos peor o no que los griegos, si hay o no hay ayuda después de agotar la subvención por desempleo, si me jubilaré a los 80 o a los 90, sólo sé que sigo siendo una eterna estudiante a la que le dan palmaditas en la espalda después de haberle dado la patada en el trasero. ¡Ay qué vida esta! Tanto meter por los ojos las dificultades de los autónomos y me dan ganas de ser uno de ellos. De uno u otro modo ya trabajo con la espalda jodida. ¡Lástima que las tertulianas de los programas de la mañana no lean mi blog para saber a lo que me refiero!

miércoles, 10 de febrero de 2010

Frío

Odio la sensación de frío intenso; es casi imposible sacársela del cuerpo. No importa si me pongo mil capas de ropa, y cual cebolla roja de rubor en los interiores, me paseo gélida y marrón en los exteriores. Forzosamente, claro está, me desplazo por el invierno. Quizás la sensación se incrementa al leer el periódico, y descubrir de pronto que la estación fría en curso del hemisferio norte está siendo dura en general.
Me imagino las tormentas de nieve del este de los Estados Unidos y se me hiela la sangre. Capas y capas de nieve blanca, tan blanco todo que asusta. Demasiado virginal para mi gusto, tan uniforme y silenciosa es la nieve que parece inofensiva. Evidentemente incluso a lo más puro hay que mirarlo con recelo. Además, a veces, lo que nos parece peligroso puede salvarnos la vida. Ahora me acercaría sin tapujos al hogar naranja y rojo que chisporrotea ensordecedoramente; por lo menos se delata al contrario que el hielo.
¿Cómo podría entrar en calor? Me apetece migrar como un pájaro y construir un nido en un espacio caliente. A ver si esa imagen me da calor cuando salga ahora a la calle.

jueves, 4 de febrero de 2010

...

Pasan los días, las horas y los minutos. Busco un hueco entre los segundos para escribir algo. Lo encuentro de madrugada, cuando todo está en silencio y estoy sola en medio de la oscuridad. Lo peor de todo es que no se me ocurre nada que decir. Me gustaría perderme en mi lugar favorito, pero no me invitan a entrar.