martes, 29 de junio de 2010

¡Viva España!

Dicen que cuando se está fuera de casa uno se vuelve más patriótico. Un poco por eso y un poco porque gana España en los octavos de final de la Copa Mundial de Fútbol, estoy española a tope. No traje mi camisa de España (casi el segundo). ¡Qué emoción! No la traje, pero no importa a mi alrededor hay tantas que se respira la pasión por la roja sin necesidad de alardear de escudo.
Estoy en San Salvador, a miles de kilómetros de casa, pero me siento como en pleno baririo de las Letras tomando cañas. La diferencia es que aquí te las regalan (una por cada gol de España) y además te la sirven con una sonrisa tan grande que dan anas de quedarse a vivir aquí.
Fuera del restaurante Cañas y Tapas que se encuentra en la plaza que hay junto al World Trade Center de San Salvador llueve. Temporada de lluvias que tiene encapotada la ciudad desde que llegué hace dos días. Pero es un sitio bonito, agradable y caluroso aunque parezca que estás en Galicia.
Cada vez llueve más... creo que la catedral y los museos tendrán que esperar. Tarde de lluvia, tarde de blogs.
El próximo reporte en función de la disponibilidad de red.
A por ellos, oé...

lunes, 7 de junio de 2010

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9...26

Acabo de estrenar año. Tengo tres canas más, mañana tres menos (cuando me las arranque), ahora no tengo tiempo. Imagino que cumplir años siempre es algo bueno, así que voy a dar unos cuantos brincos por aquí para celebrarlo y después continaré con mi labor de escritura...
Ya está, paro porque seguramente tengo un principio, o final, de hernia discal así que no es bueno que de muchos saltos (solo se me ocurren unos saltitos que no me hacen daño, pero para dentro de unos días los voy a dejar, ahí, en la reserva; con el muelle retraído para que cuando lo suelte llegue alto).
Lo bueno de que sea junio, además de mis tres recién estrenadas canas, es que empieza el mundial en breve. Hoy mismo la selección juega el último partido de preparación y me muero por comprarme mi propia camiseta de "la roja" para sudarla yo también mientras chillo y aplaudo a la vez.
El día de mi cumpleaños hay huelga de funcionarios, qué lástima que no sea uno de ellos, solo me afecta de refilón porque se suspenden las clases del máster. Pues nada, a celebrarlo. A todos los que cumplan años el 8 de junio un fuerte abrazo. A los que no, pues ya lo vamos viendo poco a poco, que estamos en crisis.

jueves, 13 de mayo de 2010

Aupa Atleti


Definitivamente España está cada vez peor (aunque haya ganado el Atleto por fin). Ahora que vivo en casa oigo cada día los comentarios de mi padre cuando llega del trabajo, y es preocupante. Planea sobre nuestras cabezas (especialmente sobre las del sector del calzado) la sombra de huelgas, recortes con tijera grande y mucha incertidumbre. Curiosamente aunque aquí nadie lo comprenda yo no tengo dudas con respecto a mi futuro. He tratado de explicárselo a John, pero él solo daba vueltas en su pecera como un loco. Me he tumbado en el sofá a dar vueltas yo también, a ver si se me quitaba el dolor de cabeza entre raquetazo y raquetazo de Rafa Nadal.

Hace un año de la Caja Mágica, ¿alguien se acuerda?

La foto es porque mi hermana solía ser del Atleti, y es lo más parecido que tengo que case con el título; si estuviera en Madrid quizás tenía algo mejor.

jueves, 6 de mayo de 2010

Tengo ganas


Tengo ganas de volver a sentir las vibraciones de un toc-toc a demasiados kilómetros por hora mientras mis muslos se quedan pegados en la plástica tapicería de atrás. Pedro hizo trampa y tenía una toalla en su asiento de piloto.
Tengo ganas de volver a sentir como una lancha se para en medio del golfo de Fonseca y la brisa ayuda para a sentir que estoy en una mecedora en medio de un paraíso. El viaje se hizo corto y me golpeé la cabeza al llegar a puerto.
Tengo ganas de volver a sentir un fresco de maracuyá que calma la sed que provoca el calor de las 12 del mediodía, cuando el sol está completamente en el cénit de su trayectoria. Me gustó el de marañón, pero por siempre le otorgaré el beneficio de la certeza de causarme una indigestión.
Tengo ganas de volver a sentir la pasión por el fútbol, y esta vez será más grande porque la madre patria (que ahora es hermana pequeña) es el rival temido.
Tengo ganas de volver a una pirámide maya, dejarme sorprender, y de rebote sorprenderme al tiempo, yo misma, de no ruborizarme. Una pirámide, un río, una playa, cualquier sitio que tenga por techo el cielo y por suelo a pacha mama.
Tengo ganas de todo eso y de más, y que al volver lo tenga todo en mi cabeza y aquí no pueda más que dejar este retrato vacío y lleno al mismo tiempo.

martes, 4 de mayo de 2010

FELIZ CUMPLEAÑOS, JOHN

Hoy hace exactamente un año que John y yo nos convertimos en pez y pelicana. Recuerdo el día como si fuera hoy. Era un día soleado y no gris; podía ir en manga corta y no con dos mangas y bufanda; estaba ociosa y no ocupada leyendo, escribiendo; acudiendo a alegres charlas hernandianas. Era, en definitiva, un cuatro de mayo que no es este. John era un pez pizpireto y saltarín, y no es que haya dejado de serlo, pero como a mí le pesa el paso de los días. Él un año de pez, yo 26 de pelicana. ¡Somos un par de viejos viviendo en casa de mis padres!
Lo suyo no se lo reprocho, al fin y al cabo lo tengo secuestrado en una pecera redonda, que con el agua de Alicante se mancha de cal a cada rato. He pensado en darle carta de libertad muchas veces, pero somos ya un dúo necesario, pues sin él este blog perdería uno de sus fundamentos: sin Juan ,hay John. Ahora creo que ni yo quiero abandonarlo a su suerte, ni él quiera dejar los caprichos a los que le somete mi madre.
Mirar atrás es a veces un ejercicio mental tan complicado que prefiero dejar los homenajes para más tarde. Ahora solo tengo que escribir un par de cosas:
En primer lugar que celebrar un año de vida de John es también celebrar un año de cambios, perspectivas y horizontes nuevos que nunca podría haber descubierto si Juan siguiera marcándome el ritmo.
En segundo lugar que voy a averiguar que tipo de tarta comen los peces, porque esto habrá que celebrarlo.

lunes, 3 de mayo de 2010

El fin del mundo


Parece mentira, un día te despiertas y hace un sol estupendo. Te vas al lago, llevas un libro, la guitarra, y te acomodas a la orilla buscando sombra y reposo a una paella de mariscos engullida minutos antes. Allí, con pose meláncolica y bohemia departes con la familia, cantas, observas los patos, el perro que los caza, te ríes... Lo de "parece mentira "es porque al día siguiente amanece con una gris amenaza celestial y en cinco minutos parece que se quiere vaciar el cielo sobre nuestras cabezas. Mi hermana me mira y exclama:"¡No estoy preparada para el fin del mundo!"

martes, 27 de abril de 2010

La crisis y la pasta de dientes

Se va a cumplir el primer aniversario de este blog que nació tras la pérdida de Juan. Empieza a dar un poco de miedo, porque lejos de arreglarse, la crisis llegó para quedarse. El paro está de moda, cada vez somos más los desempleados que hacemos cola en el INEM, que yo creía que era un mito, pero se hace cola de verdad. Todos hemos leído o escuchado esa manida frase que reza: "Más de cuatro millones de parados engrosan las filas del INEM". Pues sí, se engrosan; son obesas de tanto comer y no hacer ejercicio. Porque con esto de estudiar y no trabajar una come, pero está todo el día ahí sentada dale que te pego a los libros.
En el Máster en Estudios Literarios de la UA estamos desentrañando a Cervantes y su Quijote, y yo me siento cada día más Caballera de la Triste Figura. Me he vuelto loca de tanto leer y reescribir artículos a 50 céntimos. Enferma de melancolía me hallo, exudando humor negro. Un viejo citroën saxo es mi Rocinante, aunque yo lo llamo cariñosamente tartana o cacharro desvencijado y feo. Así y con todo él me lleva a mi clase diaria y me trae de vuelta a mis humildes aposentos. Como soy géminis, a veces yo misma me sirvo de escudero; sobre todo cuando termino de comer, con la panza llena. Y me convierto en Sancha y bajo de la nube de las letras para prepararme las viandas de mañana, hacer la cama o pensar la forma de ganarme 1,43 céntimos de euro. Sin molinos en el horizonte, solo encuentro hazañas relacionadas con el día a día de una humilde estudiante de letras, bohemia y bobalicona cuando cree que llegará al día en que Cide Hamete escriba y publique sus andanzas. ¡Ancha es Castilla!
Sin embargo hace un momento estaba cepillándome los dientes, y me miraba en el espejo mientras pensaba en lo que había dado de sí el día. Ya no era ni Sancha, ni Quijota, era de nuevo la pelicana (dos menos hace dos días cuando me las arranqué de cuajo henchida en rabia y cólera -y es que esto de los humores negros sirve tanto para un roto como para un descosido, es decir para la melancolía y la cólera; que para el caso es lo mismo-). Repasaba mentalmente lo acontecido hoy, de aquí para allá, sin parar un momento; y me quedo con un simple detalle: llevo unos días pensando en que tengo que comprar pasta de dientes. ¡He aquí la causa de mi locura! Bueno, eso y que si hay algo que he aprendido durante la crisis es a exprimir del todo un tubo de pasta de dientes.

martes, 13 de abril de 2010

Bob cascarudo

Todo parece diferente al otro lado del charco. Es un contexto cultural latino, y por ende se presupone similar al español, pero los matices evidencian las diferencias. Desde aquí entiendo que los españoles parezcamos brutos, malhablados, hoscos y engreídos. El trato de la gente aquí es totalmente diferente, todo el mundo parece estar dispuesto. Me imagino que el clima hace mucho, el calor invita a salir a la calle, todo es verde, los pájaros trinan sin cesar... Son muchas las diferencias, incluso en el idioma. Al principio puede parecer que no hablamos el mismo idioma, hace falta oido y cierto léxico básico y clave para entender y hacerse entender. Es complicado cambiar el chip y digo más veces la palabra "coger" de las que me gustaría, pero espero que se me perdone el atrevimiento.
Ayer me hizo mucha gracia que el restaurante donde trabaja Bob Esponja se llamase El crustáceo cascarudo, que no crujiente. Justo unos minutos antes de darme cuenta de esto había estado comiendo delante de un local llamado El crustáceo. Inmediatamente pensé en Bob y hubiese hecho algún comentario al respecto a mis acompañantes, quizás por timidez no lo hice y acerté, porque un chiste crujiente no habría tennido razón de ser en un ámbito cascarudo.
Es la misma cultura, sí; pero parece que se llama diferente.

viernes, 9 de abril de 2010

Vacaciones de verano...

Mmmm... la verdad es que una se podría acostumbrar a unas permanentes vacaciones estivales en un lugar donde siempre luce el sol y la gente es amable y cercana. Me siento bastante afortunada porque se cumple un año de la pérdida de Juan y la única perspectiva de ganarse unas varas es servirle bebidas a mis compadres y comadres albaterenses, pero yo estoy teniendo unas idílicas vacaciones. Quizás acepte, lo del bar de copas, mientras termino mi pulso con la literatura y los requerimientos del máster de la UA. Me siento un poco culpable de no haber prestado demasiada atención a los libros estos días, pero por suerte tengo ya claro mi trabajo de fin de máster; ¡y siempre voy a volver con la maleta llena de libros!
De todos modos no está de más dejar a un lado los libros por 15 días y dedicarse a otros placeres, como los gastronómicos. Se abren excelentes horizontes de sabores, olores y texturas y las combinaciones me asaltan a cada tiempo de comida. Los colores de los supermercados rezuman vitalidad y la variedad es tan extensa que una no sabe muy bien de qué le va a apetecer el fresco del día siguiente. Lo curioso y alucinante es que cada día es diferente y no se agota. Hay frutas con forma de estrella, circulares, alargadas, bananos de mil tamaños y de tonalidades de verde y amarillo diferentes.
A parte de mi capacidad de pasmarme con la comida y los ingredientes primigenios, me sobrecoge la amabilidad y el trato de la gente. Quizás parezca una extraterrestre sorprendiéndome de que te ayuden en la caja de super a colocar la compra en bolsas, o que directamente te las lleven al carro, o auto o coche o como prefieran llamarlo. ¡Realmente me sorprende!
¡Uy, pero sigo luego que me esperan cosas nuevas y ricas por aquí!

miércoles, 7 de abril de 2010

Al otro lado del charco

Estoy en una latitud desconocida para mí. En 14° 6′ 0″ N, 87° 13′ 0″ E todo es un poco diferente. La primera impresión es como haber llegado a un pueblo grande que se dispersa entre colinas aparentemente sin orden ni concierto. Con la noche como compañera todo tiene un aspecto sencillo y apacible, como de cuento. Con la luz del día todo cobra un aspecto diferente y el tráfico y el bullicio te sitúan en una capital ajetreada. Llama la atención el aspecto de los autobuses, escolares estadounidenses, y cómo las puertas permanecen abiertas para que los capitalinos suban y bajen a su antojo sin necesidad de avistar marquesina alguna. Es quizás uno de los tantos procedimientos que me sorprenden; pero sigo mirando con avidez.

lunes, 15 de marzo de 2010

Gimnasios literarios

Al darme cuenta de que estaba a punto de cumplirse un mes desde la publicación de la última entrada, me ha dado un nosequé electrizante que ha recorrido mi espina dorsal dejandome esa sensación de frescor que eriza el vello corporal. Suerte que no ha llegado la sangre al río y que mi ausencia bloguera se le puede achacar perfectamente a una excusa. No sabría valorar si es buena o mala, pero el exceso de actividad me ha quitado tiempo para hacer una de las cosas que más me gusta hacer en este mundo: escribir. El culpable en cuestión es el gimnasio. Me levanto cada mañana y voy derechita a ese lugar que huele ligeramente a humedad y a sudor en el que las personas adquirimos ese rictus de sufrimiento que habíamos abandonado al dejar de construir pirámides. No empezaré una disertación sobre las causas y motivos que me empujan a ir a tonificar mi humilde cascarón. Podría echarle la culpa a ZP y decirle aquello de: a falta de pan buenas son galletas. Interpreta a Juan el esponjoso y siempre bienvenido Pan, si es debajo de un brazo mejor. Las galletas son el Máster y el gimnasio. Lo de trabajar hoy en día está muy cotizado así que me revaloro para un posible mercado futuro cultivando el cuerpo y la mente. Para redondear el plan me he puesto a dieta; y aquí estoy imponiéndome una disciplina horaria, alimenticia y de estudio. Como no vivo del aire y de la poesía, enmascaro todas esas cosas en un caparazón de insecto succiona-euros, todavía inédito en el National Geographic. Como escriben los estadounidenses en sus guiones cinematográficos: It's the history of my life! Sin embargo, y a pesar del pragmatismo que me acecha cada día a las tres en punto, no pienso aterrizar y seguiré tentando a la suerte. ¡Tanto entrenamiento cardiovascular debería bastar para seguir soplando con fuerza e hinchar el globo! Lejos de las espinas, lejos de las espinas...
Por cierto nunca te esperas encontrar en el gimnasio una escritora de poesía, es lo que tiene la vida: siempre te sorprende... Aunque me viene a la mente cierto artículo de Elvira Lindo sobre su experiencia sensorial en los vestuarios de su gimnasio neoyorquino, pero eso es digno de otra entrada.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Sigue haciendo frío, ¡menuda novedad!, el ambiente se caldea con los debates económicos,;y lejos de contagiarme del ardor popular sigo enrollada en mi manta tratando de dilucidar si existe o no el fenómeno literario como una realidad objetiva. No tiene mucho que ver, pero en esas estoy cuando el reloj pasa de la una de la madrugada y ha cesado el ruido ambiental.
Los grillos no suben al segundo piso y sin esa clase de suerte me veo incapaz de terminar mi propósito del día: hallar una solución a tan terrible problema ontológico. Quizás cinco horas de trabajo "ininterrumpido" (eso en mi es prácticamente imposible), sean suficientes por hoy y mañana, fresca como una lechuga en día de mercado, aborde mi misión con renovada e inusitada alegría.

Volviendo al debate económico, ya no sé si estamos peor o no que los griegos, si hay o no hay ayuda después de agotar la subvención por desempleo, si me jubilaré a los 80 o a los 90, sólo sé que sigo siendo una eterna estudiante a la que le dan palmaditas en la espalda después de haberle dado la patada en el trasero. ¡Ay qué vida esta! Tanto meter por los ojos las dificultades de los autónomos y me dan ganas de ser uno de ellos. De uno u otro modo ya trabajo con la espalda jodida. ¡Lástima que las tertulianas de los programas de la mañana no lean mi blog para saber a lo que me refiero!

miércoles, 10 de febrero de 2010

Frío

Odio la sensación de frío intenso; es casi imposible sacársela del cuerpo. No importa si me pongo mil capas de ropa, y cual cebolla roja de rubor en los interiores, me paseo gélida y marrón en los exteriores. Forzosamente, claro está, me desplazo por el invierno. Quizás la sensación se incrementa al leer el periódico, y descubrir de pronto que la estación fría en curso del hemisferio norte está siendo dura en general.
Me imagino las tormentas de nieve del este de los Estados Unidos y se me hiela la sangre. Capas y capas de nieve blanca, tan blanco todo que asusta. Demasiado virginal para mi gusto, tan uniforme y silenciosa es la nieve que parece inofensiva. Evidentemente incluso a lo más puro hay que mirarlo con recelo. Además, a veces, lo que nos parece peligroso puede salvarnos la vida. Ahora me acercaría sin tapujos al hogar naranja y rojo que chisporrotea ensordecedoramente; por lo menos se delata al contrario que el hielo.
¿Cómo podría entrar en calor? Me apetece migrar como un pájaro y construir un nido en un espacio caliente. A ver si esa imagen me da calor cuando salga ahora a la calle.

jueves, 4 de febrero de 2010

...

Pasan los días, las horas y los minutos. Busco un hueco entre los segundos para escribir algo. Lo encuentro de madrugada, cuando todo está en silencio y estoy sola en medio de la oscuridad. Lo peor de todo es que no se me ocurre nada que decir. Me gustaría perderme en mi lugar favorito, pero no me invitan a entrar.

jueves, 28 de enero de 2010

Carretera perdida: la libertad

No hay nada como una carretera frente a ti para sentir un poco de eso que llaman libertad. Dos líneas que se prolongan hasta un punto de fuga inalcanzable que siempre pide más camino, más kilómetros, más gasolina. Se intensifica esa idea de la ausencia de un muro con el que te topas, ¡me encanta que la Tierra sea redonda!... bueno, ligeramente achatada por los polos. Nunca llego al fin del viaje y siempre quiero más cuando paro en una estación de servicio. No era consciente de esto mientras conducía esta mañana hasta la universidad. Era feliz con el simple hecho de que el sol brillara intensamente y de que el cielo, falto de nubes, invitara a dejar volar la imaginación. Ahora que lo pienso tenía el infinito frente a mí y sobre mí; cuatro neumáticos a medio gas eran mi úncio anclaje al suelo.
Después de una jornada de trabajo completa, 8 horas exactas, deshago el camino a oscuras pero orgullosa. Las luces de los coches se precipitan hacia mí en todas direcciones y voy esquivando esas estrellas fugaces que desafían los límites de velocidad. Conozco al detalle la ubicación de los radares y juego con los pedales para evitar más multas y menos puntos. Vuelvo a casa sintiendo todavía que soy libre.
Saludos a todos aquellos que me leen, ver en el mapa de ahí abajo los puntos que parpadean me hace sentir muy bien; hoy hay representación de tres continentes diferentes, quería mencionarlo.

lunes, 25 de enero de 2010

El atropello del caracol común

Es de todos conocido que el campo se llena de caracoles cuando llueve. Salen de sus escondites y de sus conchas espirales para beber, imagino; o para refrescarse, quien sabe. Donde vivo, abundan los caracoles. Casi no se perciben por lo general, porque siempre hace sol en este lugar mediterráneo. Pero cuando llueve los caracoles salen a la carretera y se da la paradoja de que cuando salen a disfrutar de la vida hallan la muerte bajo las ruedas del viejo coche con el que deambulo.
No puedo evitar no pasarles por encima y me da pena ser una asesina de caracoles.

sábado, 23 de enero de 2010

Lugares favoritos

Creo que todas las personas tenemos al menos tres lugares favoritos. Yo los colecciono para no perderlos y para poder restaurar en mi memoria mi paso por el mundo. Es imposible tener sólo un espacio favorito, me atrevería a decir incluso que tres son muy pocos, pero es mi número de cosas ideal, ya hablaré otro día de mi trinidad. Lo de un sólo lugar si es inimaginable. Es como cuando te preguntan por tu libro o película favorita. No se puede elegir una solamente. Os invito a pensar en vuestros espacios favoritos. Escribo los mios adelantando que mi favorito hoy se vincula a mi presente, como no podía ser de otro modo.
Uno de mis primeros lugares fue la cocina de mi casa. Esa habitación era el centro neurálgico de mi pequeño mundo de fideos y purés. Todo el que me conozca sabe que me encanta la gastronomía y la de mi madre es una de mis favoritas. Pero se trata de describir lugares y no paladares. La cocina era mi espacio para todo: comía, hacía los deberes, observaba a mi madre cocinar, le daba de desayunar a mis hermanas pequeñas, reía, lloraba, hablaba por aquel teléfono que colgaba de la pared, volvía con los pequeños recados del supermercado (de aquel tendero de enfrente que fiaba lo que fuera). Aprendí muchas cosas en aquella cocina y todavía recuerdo la cara de estupefacción de mi hermana cuando descubrió que los reyes magos le habían dejado en la mesa de la cocina su ansiada casa de Barbie. Son cosas sencillamente inolvidables.
En el colegio y con mi adolescencia poseedora de mi cuerpo me volví una ninfa en el monte de los olivos. Había en el patio del colegio un olivo en especial. Lo habrían trepado infinidad de quinceañeras pero a mi me recordará especialmente porque fue testigo de alguna de mis primeras historias.
En Madrid es dificil elegir un lugar favorito, pero yo sin dudar me quedo con el balcón de mi casa. Aquel mirador de escaso piso de altura me hacía sentir la reina del mundo. Era mi observatorio, recibía y despedía sonrisas, leía, escribía, jugaba, soñaba, bailaba y cantaba en ese balcón. Me preocupaba que la lluvia me lo arrebatara, pues se colaban miles de gotas en el cada vez que llovía, y al final lo dejé para otros. Espero que los que vengan sepan valorar ese minarete lleno de posibilidades.
Hoy mi lugar favorito está detrás de unas orejas, y huele a azul.

martes, 19 de enero de 2010

Se seca el pozo

Hace tiempo que no escribo y eso me asusta. Se me van las ganas de casi todo y eso me aterra. Solía asomarme al pozo de los deseos cada día. Tiraba una piedrecita para ver si todavía tenía agua, porque si no la tenía de nada serviría pedir un deseo. Hasta hace poco había agua. Ahora solo hay miles de chinitas en el fondo que apenas se inmutan cuando lanzo hoy una piedra más grande. Se ha secado el pozo de golpe. No hay nada. Se me ocurre que si me asomo y lloro las lágrimas llenarán el fondo. Lo intento pero ya no me sale, también yo me he secado y no me reconozco.
Me he despertado enferma. Algo en la boca del estómago me impide tragar, algo que me obstruye. Necesito un extirpador, un amputador de penas y desasosiegos. Pero mi naturaleza es huidiza y para variar prefiero esconder la cabeza bajo el ala y ver si pasa el temporal. No sé reaccionar, y me ahogo incluso cuando el pozo está seco. Los mundos de yupie se alejan y sólo estoy yo en plena selva sin liana a la que sujetarme.

domingo, 10 de enero de 2010

Conservas

Otra ola de frío polar está entre nosotros. No sé si es la segunda o la tercera, he perdido la cuenta y me preocupa perderla. Estoy viendo cómo el Real Madrid pelea por los tres puntos de esta jornada liguera bajo un chaparrón de copos blancos. Gracias al sistema de calefacción bajo el césped (¡válgame Dios!) la nieve no cuaja en el campo. El partido transcurre monótono y aburrido, como si diesen por hecho que el Barcelona volverá a ganarlo todo. ¡Tanto conservadurismo deportivo me cabrea! ¿No hay nadie dispuesto a emprender una gran revolución futbolística?
Quizás, un día como hoy, sería mejor centrarse en el clima. ¿Es normal que nieve tanto? Últimamente enciendo la televisión y sólo veo a su majestad Blanca de Inglaterra, Lluvia Australia e Inundación Lima. Tres señoritas que hacen estragos allá donde se encuentran, y todo porque papá clima les deja salir de fiesta más de la cuenta. Claramente las muchachas necesitan un referente materno; pero, claro está, la presencia femenina en las cumbres del poder climático es algo que ni se menciona. Mamá meteorología implantaría unas normas que beneficiasen a todos, y el libre albedrío en materia financiera no habría tenido estas consecuencias frías y húmedas. A veces se debería abogar por el conservadurismo, aunque sólo sea para preservar el mundo en que vivmos.

viernes, 8 de enero de 2010

Si él se lo dijera con cariño...

Ella está sentada en su trono con ruedas. No esperaba visitas, pero está guapa. Me gusta mirar sus ojos grises que tienen mil preguntas; pero sobre todo tienen alegría y cariño. "Ay, corazón" me dice mientras aprieta fuerte mis manos entre las suyas. Hace dos minutos que estamos allí pero ella cree que somos otras; su hija y su nieta, sí, pero no las que ella cree. Me pregunta por mi marido mientras mi madre habla con el fisioterapeuta que le ayuda a recobrar las fuerzas que siempre tuvo para empujarlo todo hacia delante. Le explico que no estoy casada, que no soy su nieta mayor y paso mis dedos entre sus arrugas y miro esos ojos profundos y húmedos.
Se ríe de todo, a pesar de él; de ese marido tan serio que la define como una pesada losa sobre los hombros. Se nota en su cara arrugada que se ha reído y ha vivido más, a pesar de él. No le gustan sus arrugas, es treméndamente coqueta (ya sé de dónde sacó mi hermana lo de mirarse en todos los espejos). Me gustaría explicarle que son el mapa de su vida; que la describen perfectamente; que hacen que la quiera más; que significan todos los motivos que no le puede gritar a él a la cara cuando le hace cerrar sus puños con fuerza, clavándose las uñas en las palmas de las manos, muerta de nervios y de rabia porque no le deja ser ella misma. Me gustaría contarle que admiro su resignación, su forma de afrontar las cosas.
Estamos allí reunidas tres generaciones de mujeres diferentes. Ninguna hace las cosas del mismo modo, porque piensan de formas distintas. Nos diferencian nuestros contextos histórico-sociales, nuestra cultura, nuestras excursiones por el mundo. Mi abuela no entiende que tenga 25 años, no esté casada y no cargue sobre la cadera derecha un churumbel rosadito y redondo. Me insta a que busque un novio y viva la vida con él. Pienso en esas útimas palabras y no sé si quiere decir que viva mi vida con él o para él. Ella se lo dio todo a su marido, "cuídala bien que es muy sentida", le dijo su padre cuando se casaron. Se fueron para quererse y formar una familia que ella se echó a la espalda y crió como su sentido común le decía. Se sintió querida siendo esclava; pero mi abuela, claro está, no lo ve de este modo. Ella y yo tenemos diferentes dioptrías; una lleva gafas y la otra lentillas.
Caminamos por el geriátrico las tres juntas, agarradas, recorriendo los pasillos anchos llenos de viejas y viejos. Las horas de las comidas son como procesiones decadentes de pies que se arrastran, de artilugios con ruedas que recuerdan a los juguetes con que los niños se ayudan a dar sus primeros pasos. Es curioso que las mismas ruedas sirvan para ayudar a dar los últimos. La procesión se dirige al comedor, renqueante, deprimente. Ella camina deprisa, tiene más voluntad que fuerza. "Mamá, mete el culo y saca pecho", le dice su hija, mi madre. Se ríe mi abuela de la ocurrencia mientras nos demuestra que puede hacerlo. Bien derecha camina sin vacilar. No es por orgullo, es porque quisiera entrar en la cocina y prepararnos la merienda, ver comer orgullosa a sus corazones rosados y redondos, esos que están allí gracias a ella.
A veces se olvida de las cosas. No sabe que yo soy yo hasta que le digo quien es mi padre. "¡El de la barba es tu padre! Ay, bonica, yo te estaba confundiendo". No importa, porque al final ella se acuerda, sólo hay que tener un poco de paciencia; aunque lo más importante es decírselo con cariño. Tomas su mano y dejas que la apriete fuerte, primero me recuerda su piel, luego sus ojos, y al final ella.
Si él se lo dijera con cariño... Quizás ella tampoco podría valorarlo, porque nunca fue más de lo que su función denotaba. No supo palntearse que él le debía respeto y admiración, no había más remedio que acomodarse, resignarse. No podía saber que ella valía más, que podría alcanzar todo lo que ella quisiera sólo con la ayuda de una pluma y un papel. No supo escribir hasta que yo misma ya sabía hacerlo con soltura. ¿Cómo voy a quedarme sorda, ciega, inmóvil? No puedo explicarle lo injusta que me parece su situación, las cosas que se ha perdido, los días que debería haber saboreado sin necesidad de tirarse de los pelos. Por ella quiero vivir la vida, no como ella cree que debo, sino como creo yo que nos merecemos todas: cómo queramos. A ella no le servirá de mucho aunque si él se lo dijera con cariño quizás pudiera notar las mariposas en el estómago y reirse satisfecha y coqueta al menos una sola vez en su vida.

domingo, 3 de enero de 2010

Año nuevo, vida mueva

Tanta parafernalia para cambiar de un año a otro y sigo sintiéndome igual. Dos bogavantes y su correspondiente corte en un dedo después, lo único diferente lo denota el número que marca la báscula al subirme en ella.
Pero no importa lo que yo crea. Espero que para todos sea un gran año y que nos de muchas cosas que escribir y parlotear con quien más queramos.
¡Feliz año 10!