viernes, 9 de abril de 2010

Vacaciones de verano...

Mmmm... la verdad es que una se podría acostumbrar a unas permanentes vacaciones estivales en un lugar donde siempre luce el sol y la gente es amable y cercana. Me siento bastante afortunada porque se cumple un año de la pérdida de Juan y la única perspectiva de ganarse unas varas es servirle bebidas a mis compadres y comadres albaterenses, pero yo estoy teniendo unas idílicas vacaciones. Quizás acepte, lo del bar de copas, mientras termino mi pulso con la literatura y los requerimientos del máster de la UA. Me siento un poco culpable de no haber prestado demasiada atención a los libros estos días, pero por suerte tengo ya claro mi trabajo de fin de máster; ¡y siempre voy a volver con la maleta llena de libros!
De todos modos no está de más dejar a un lado los libros por 15 días y dedicarse a otros placeres, como los gastronómicos. Se abren excelentes horizontes de sabores, olores y texturas y las combinaciones me asaltan a cada tiempo de comida. Los colores de los supermercados rezuman vitalidad y la variedad es tan extensa que una no sabe muy bien de qué le va a apetecer el fresco del día siguiente. Lo curioso y alucinante es que cada día es diferente y no se agota. Hay frutas con forma de estrella, circulares, alargadas, bananos de mil tamaños y de tonalidades de verde y amarillo diferentes.
A parte de mi capacidad de pasmarme con la comida y los ingredientes primigenios, me sobrecoge la amabilidad y el trato de la gente. Quizás parezca una extraterrestre sorprendiéndome de que te ayuden en la caja de super a colocar la compra en bolsas, o que directamente te las lleven al carro, o auto o coche o como prefieran llamarlo. ¡Realmente me sorprende!
¡Uy, pero sigo luego que me esperan cosas nuevas y ricas por aquí!

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