Me llamo Jonh Smith por más que la gente diga que es John, lo sabré yo que así me llamo. Soy un pequeño pez de colores que vive en una pecera corriente ubicada en pleno corazón de Madrid. ¡Lo más refrescante que te puedes encontrar hoy por aquí si no te funciona el ventilador! Mi pecera no tiene mucho de especial, sólo que recientemente tiene 12 piedras de colores. Soy de naturaleza hambrienta, siempre estoy boqueando pidiendo comida prensada, no es para nada apetecible pero debe tener algo adictivo que me hace querer tragarla sin parar. Mi compañera de piso se encarga de administrármela. No debe entender mucho de horarios porque unos días puedo comer a las 12 y otros me tengo que esperar hasta las 4 de la tarde. Es inconstante cómo ella sola. Pero a veces tiene sus puntos. La veo hacer de todo ahí fuera del agua. Por lo general es bastante ruidosa, así que agradezco las veces que sale de casa. Hoy se ha ido un buen rato, pero ha vuelto más parlanchina de lo normal. La he visto entrar con una bolsa de papel amarilla, de un color tan intenso que han debido verla desde la estación espacial internacional. Ha sacado un libro y lo ha dejado junto a la pecera. ¡Cuentos! Últimamente está monotemática, la pobre...
Sin preguntarme si quería escucharla ha empezado a parlotear sin ton ni son, con su característico tartamudeo y sus pausas para risitas y demás sonidos que no pintan nada (grititos, palmadas, sólo le ha faltado lanzar cohetes). La verdad es que estaba muy emocionada, casi tanto como cuando me trajo a casa. Más o menos quería decirme (lo descodifico en idioma pez para que lo entendáis) que venía, muy contenta, de la Feria del Libro. A ella le gustan tanto los libros como a mí la comida prensada. Siempre anda con ellos por la casa y cuando menos te lo esperas los apila alrededor de mi pecera, porque en la estantería no le caben más. En una de las casetas de la Feria se ha encontrado a un tal Jordi Sierra i Fabra. No sé si tiene algo que ver con el pez sierra, el caso es que yo no lo conocía de nada. Ella ha visto mi cara de pez y muy amablemente ha hecho el primer paréntesis en el relato principal. Jordi es uno de sus autores favoritos de juventud. Ha leído muchos de sus libros y justo ahora está estudiando uno que considera muy especial. Se trata del método de escritura del tal escritor. A ella le maravilla al parecer y se ha propuesto emularlo. Dice que es un método muy cinematográfico y que podría usar los conocimientos adquiridos durante su carrera universitaria para investigar su propio método de producción. En ese momento se me ha escapado una burbuja y he nadado hacia atrás por temor a represalias.
Con la emoción del momento no se ha dado cuenta, ha seguido con su rollo. Dice que no sabe cómo se ha atrevido a acercarse a la caseta y hablar con el escritor, pero que lo ha hecho. Una situación extraña porque siendo ella una admiradora de su trabajo sólo ha cruzado unas frases con él y no se ha llevado un solo libro. Me la puedo imaginar haciéndole la pelota a Jordi, aparentemente modosita ella… Lo cierto es que unas simples frases de aliento, que le dirá a todos los incautos que se le acercan y le dicen que escriben, es lo que ella está celebrando tanto. “Me ha encantado hablar con usted”. “Sigue escribiendo y cuídate”. Y se ha marchado de allí colorada como un tomate.
Es simpática mi compi, aunque sea un rollo escucharla. A veces te ríes con ella, o de ella… pero te ríes, que es lo importante. Se emociona por las cosas más absurdas. Ella se justifica diciendo que en los detalles y en las pequeñas cosas está el germen de las grandes ideas. ¡Sólo ella sabe lo que eso significa! A mí que piense así me reconforta, no lo he mencionado pero soy bastante pequeñito. Bueno, para ser un pez soy de tamaño medio, aunque si me comparas con un tiburón nodriza… Pero no me quejo, se puede decir que de una manera pez soy feliz. ¿Cuántos peces habrá por ahí en peores condiciones? En comparación con otros soy un privilegiado: comida prensada diaria, agua limpia cada dos días, televisión por cable... Mis únicas pegas son dos: odio las cacerías del día en que ella me cambia el agua y temo las épocas de celo aquí solo. ¡Pero podría ser peor!
Para terminar, y apesar de todos los chinos que fuman en el día internacional sin tabaco, quiero manifestar mi desacuerdo con lo de los dos segundos de memoria de los peces. ¿Cómo si no os he contado todo esto? Pelicana habla deprisa, pero no tanto… Besos de pez para todos.
domingo, 31 de mayo de 2009
Cuando el pez toma la palabra
sábado, 30 de mayo de 2009
Mii
Hoy creí estar fuera de mí, literalmente. De una forma extracorpórea me vi volviendo a casa. Como si manejara mi avatar con un joystick inalámbrico. Iba despacio, aunque caminaba deprisa. Tenía una pinta corriente, un poco arrepentida de ir de cualquier manera. Sólo era alguien más, ¡vaya misterio! Pensaba en volver rápido a casa para empezar un libro. Me lo trajeron ayer, nuevecito. De tapas duras, firmes. De hojas suaves y tersas. Contiene pocas palabras, es finito, un librito lleno de anécdotas de teorías, de vivencias objetivas que no dejan de ser subjetivas en esencia.
Es curioso como necesitamos conocer las teorías de los demás (de los académicos) sobre algo que creemos conocer. A veces necesito fundamentar lo que hago en una especie de material científico que no deja de basarse en suposiciones. Es todo tan efímero, todo lo que no es científico. Te empeñas en hacer algo que crees que será fruto de la visita de las musas y lo cierto es que todo necesita trabajo y esfuerzo. Por eso nunca me salen bien los huevos fritos. No es fruto de una casualidad, es el resultado del trabajo. Puedes memorizar cómo es la receta, saber los grados centígrados que debe alcanzar el aceite en la sartén, la cantidad de sal para que esté sabroso sin pasarse, el tiempo de cocción. Puedes hacer un estudio pormenorizado de todo, pero no te saldrá a la primera. Por algo dicen que las primeras veces son un asco. Quien diga que son fantásticas es muy optimista.
Saber cómo lo hacen los demás, ¿limita la propia creatividad? No todos vamos a aspirar a freír un huevo como Ferrán Adrià, como mucho nos fijaremos en Arguiñano (no pensarías que hablaría de Rocco Sifredi, aunque sirva como ejemplo para mayores de 18). Lo cierto es que necesitamos referentes, pero es duro pensar que los primeros no tenían tantos y escribieron La Odisea. Aunque tampoco hay que torturarse, incluso Obama nos viene a preguntar por el AVE. Sigo pensando que lo mejor es recopilar, cuánta más información mejor criterio forjarás, ¿o no?
Cuatro gotas gordas
El calor húmedo de esta tarde de mayo es asfixiante. La brisa sopla caliente, casi abrasa. Puede oler a lluvia y a tierra mojada pero todavía no ha caído ni una gota. Camina rápido por la calle peatonal esperando que, en cualquier momento, se oiga el primer trueno. No sabe por qué corre, su ropa ya está mojada por el sudor. Casi le vendría bien mojarse, necesita refrescarse. Pero continúa avanzando con paso rápido, sin pensar por dónde va. Un pie delante de otro, hacia delante. Salta por encima de los top-manta; esquiva hombres, mujeres; espera que los semáforos se pongan en verde. De pronto se para, este portal le resulta familiar. La puerta pesa, la llave nunca entra a la primera, en el bolso es difícil encontrar el llavero. Dentro del portal el ambiente es fresco, oscuro, apagado y pesado como el de un sótano. Dan ganas de quedarse ahí, respirando despacio y esquivando el olor a cerrado. Sin luz tropieza con el buzón, tres cartas que no quieren decir mucho, pura burocracia: vota, paga, limosna. El remitente es el banco, el PP y la Seguridad Social. Crujen los escalones al pisarlos, crujen entre el barniz y la carcoma. Sin luz es difícil abrir la puerta, pero así todo resulta más fresco. Oscura frescura como antítesis al ambiente de fuera, del que ya no oye nada.
En casa todo está igual. Se sienta a la mesa con un refresco, las burbujas le recuerdan siempre a la primera vez que probó uno. Odió el cosquilleo intenso en la garganta. Ahora casi se agradece. Enciende el ordenador y se deja llevar por el mar azul. Entonces se oye el primer trueno, lejos. El segundo es más cercano y más largo. Las gotas comienzan a caer sin fuerza, sólo son grandes y pesadas. Una, dos, tres… y cuatro. Ya no hay más. Piensa que ha huido de cuatro gotas gordas de barro.
jueves, 28 de mayo de 2009
Corre, corre
¡Pues Fermín se ha ido! Ha pasado olímpicamente de la lechuga de hoja de roble y se ha marchado. Antes, se ha comido parte de las hojas de mi agenda. ¡Probaré y se las pondré a la ensalada, quizá están más buenas! Se ha marchado antes de ver cómo el Barça se proclamaba tricampeón. ¡Qué envidia! Qué envidia por el Barça, no por el caracol... Es cierto que ojos que no ven, corazón que no siente. ¡Pero como para no enterarse! En la televisión no se ve otra cosa. Hasta me viene a visitar la señorita Menstruación, toda vestida de grana... y me hace ponerme azul, de pura rabia helada.
Por lo demás la vida continúa irremediablemente hacia adelante; haciéndome más vieja, más seria, más desgastada. El devenir del flujo de la vida me sorprende sin remedio. Me pregunto que sentirá mi hermana con sus recién 20 años cumplidos. ¡Veinte!, tan redondos, tan brillantes... Ella se queja porque tiene que estudiar; yo se los cambiaría aunque tuviera que estudiar tres doctorados y ocho másters. ¿O no?
Quizás no. Ahora mismo siento que estoy en un punto de inflexión. Creo que puedo hacer que mi vida sea de uno u otro modo según pasen las cosas en los próximos meses. Es como una transición hacia no sé muy bien dónde. La verdad es que sé lo que quiero, pero me da tanto miedo decirlo, me da tanto pavor arriesgarme. ¿Cómo saber si está acorde con la vida del resto? ¡Podría ser un caracol! Con la casa a cuestas, rodando por el mundo, dejando un hilito de baba para volver al sitio en el que nací cuando quisiera. Lo cierto es que tengo ganas de correr, lo que debo averiguar es si en la meta alguien me espera, o quisiera.
martes, 26 de mayo de 2009
Fermín el caracol
Fermín se sintió de pronto muy mayor y lo más importante: no tenía nada de miedo. Miró al pequeño comandante, que muy sonriente levantaba el dedo pulgar de su mano derecha. ¡Muy bien Fermín!
Si hay miedo...
Es absurdo pensar que no lo siento,
porque sí: tengo miedo.
No es el miedo que acompañaba a Juan,
es otro, uno más grande.
Tengo miedo de que siempre sea domingo,
de sentir vacío en la mitad de mi todo.
Que se escape lo que importa,
sin que yo pueda hacer algo.
Me hace temblar este miedo mio.
Y yo quiero temblar al sentir que soy
la prolongación de los movimientos de tus manos
en carbón sobre papel.
lunes, 25 de mayo de 2009
Megalomanía descocada
He sentido las fuerzas cósmicas, ganas de hacerlo todo por amor al arte. Tampoco es que me quede de otra. Pero sentirse con fuerzas es importante, con la suficiente fuerza mental cómo para pensar las ideas más descabelladas. He sentido el impulso de ir a un concurso de la tele, mitad narcisismo, mitad avaricia. ¿Es factible llegar a concursar en la tele? Usando el intelecto y no las tetas, se entiende. Mi complejo de todopoderoso me ha hecho creer que sería factible. Me he tragado todos los concursos de la sesión de tarde y he seleccionado dos. En base al bajo porcentaje de la tasa de aciertos me veo en la necesidad de estudiar y ahora estoy leyendo curiosidades sobre las aves en general, nunca se sabe. Lo cierto es que se aprende curioseando por internet, aunque quizás podría vivir sin saber las costumbres vomitivas de la hembra del cálao de mejillas plateadas. ¡Os invito a averiguarlo!
En parte pienso que aunque la mona se vista de seda... pero, ¿Por qué no probar? Le contaba a una amiga esta tarde que Nuria Roca empezó su carrera televisiva en un concurso de la tele. No digo que me pase lo mismo, sería como untarle baba de caracol a Ribery en la cara, es decir: inútil. Lo que digo es que el mundo está lleno de puertas. Además del consabido minuto de gloria me encantaría decirle al sustituto de Sobera algo así como: Uff... me iría de vacaciones al Caribe con trescientos libros bajo el brazo. Volvería capaz de ganar mil veces Quien quiere ser millonario y con un bronceado de escándalo. Lo dicho: magalomanía descocada.
domingo, 24 de mayo de 2009
Un domingo sin gafas
jueves, 21 de mayo de 2009
Cuando la víbora pierde la piel
Sin ir más lejos, la hemeroteca de uno de los periódicos de mayor tirada nacional recoge una información, en 2007, sobre la mordedura de una víbora a un excursionista en la Pedriza, Madrid. Debo confesar que siempre quise ir a ese lugar; la próxima propuesta de visita la estudiaré muy detenidamente.
Pero tampoco es necesario salir de excursión al campo para encontrarse con un ejemplar. Seguro que todo el mundo conoce a alguien con la cantidad suficiente de veneno en las venas como para matar a todo un ejército de cápsulas de antídoto. La fauna ibérica es muy variada, sólo hay que echar un vistazo al parlamento de los diputados para darse cuenta de ello.
Las serpientes de insinuantes curvas están presentes en todas las culturas y civilizaciones. Suelen ser culpables de los más variopintos sucesos y en ocasiones la tradición patriarcal las confunde con las curvas sinuosas de una mujer. La Grecia clásica, para la que las mujeres no existían si no eran diosas del Olimpo o prostitutas, esta llena de mitos. Uno de ellos es el de Orfeo y Eurídice. Una serpiente mandó a Eurídice al inframundo y Orfeo desesperado viajó al Hades para recuperarla, las consecuencias ya las conocemos: nunca miréis atrás.
Es raro que hable de serpientes, yo sólo me quemé el sábado jugando al tenis y ahora la piel de mis hombros se desprende sin remedio, ¿quién me daría la idea de la víbora? ssssshhh!!!
miércoles, 20 de mayo de 2009
La soledad del aspirante a plumífero
martes, 19 de mayo de 2009
Paraísos urbanos
sábado, 16 de mayo de 2009
Mágicamente encajonada
Estar en aquella caja que poco tenía de mágica me hizo pensar mucho. Pensaba en el tenis, claro, en todas las estrategias y pautas de juego que te hacen ser un campeón. En como hay que esperar, en toda circunstancia, a que la pelota esté en el sitio ideal para soltar el brazo y darle con todas tus fuerzas. Mientras, la vida es puro peloteo, el de pasar la bola al otro lado de la cancha, y que te la devuelvan más o menos fácil. Eso es básico para después saber afrontar los match points sin que te dé un calambre y te deje en el sitio. Así que la lección es: come muchos plátanos para tener buenas bolas, que cada quien lo interprete como quiera.
miércoles, 13 de mayo de 2009
Mi gran idea
Escandalizada en mi interior, pero tremendamente amable en mi exterior, le dije que le agradecía la información y que me lo iba a pensar. Salí de allí cagando leches desesperada por llegar a otro estudio de tattoo cercano a casa. Por suerte aquí me dijeron que no había problema en tatuar la mano y que tres estrellas me costarian unos 70 euros. ¡Eso es otra cosa!
De todas formas ya se ha creado la duda en mi interior. ¿Debería tatuarme las estrellas en otra zona más barata? ¿Canjear los 260 euros por unos cuantos pares de zapatos? ¡Qué dilema, Dios santo!
martes, 12 de mayo de 2009
Las pelícanas los prefieren naranjas.
Propuesta de menú naranja:
Entrante: crêpe de dados de zanahoria y queso cheddar con salsa de calabaza.
Plato principal: sashimi de salmón con bolitas de boniato frito.
Postre: Sorbete de naranja con coulis de azafrán.
La carta de vinos se compone, claro está, de Tang sabor naranja, Fanta y Aquarius de naranja (para cuando las burbujitas piquen demasiado en la nariz).
Bon apetit!
lunes, 11 de mayo de 2009
Atasco en la primera plana por culpa del pollo frito
viernes, 8 de mayo de 2009
Feliz aniversario
jueves, 7 de mayo de 2009
¿No es cierto ángel de amor...
Este receso de hoy en los estiramientos y en el tour por los mercados (no lo mencioné en la anterior entrada, pero me he propuesto visitar todos los mercados de Madrid, aunque no encuentre ninguno como la Boquería de la ciudad condal) es perfecto para abrir la mente a otra clase de disfrutes; sensoriales y racionales; físicos y químicos; tan tremendamente palpables que puedes transformarlos en impulsos eléctricos neuronales y pensarlos sin esfuerzos. Acción, reacción. Acto, reflexión. Pensar las cosas es otro de mis disfrutes.
Pensar con conocimiento de causa es necesario y para eso hay que tener el cuerpo en reposo. Reposar es fundamental para casi todo, como para las tisanas que saben mejor cuanto más reposadas. Así que he estado reposando la mente y el cuerpo y ahora estoy abierta a cualquier estímulo cognoscitivo. Eso forma parte de otro propósito de disfrute: cultivar la mente. He elaborado una lista de exposiciones a las que quiero ir. Es una pena que no pueda llevar a Jonh Smith, pero le he prometido contarle con toda clase de pelos y señales las cosas que vea. Así pongo en marcha el otro propósito: relatar, empaparme de las cosas y plasmarlas en mi liezo en blanco particular. Es casi un plan perfecto que pondré en marcha mañana, prorpósitos de disfrute parte segunda.
Propósitos de disfrute
Al parecer estoy de vacaciones. Eso dicen en la seguridad social; hasta que no disfrute mis días de vacaciones generados pero no disfrutados no puedo pedir la prestación por desempleo. Así que en eso estoy: disfrutando.
Tiene el disfrute sus peculiaridades porque de tanto disfrutar me da un no sequé en la boca del estómago. Creo que son ganas de gritar, de disfrutar gritando. Sin embargo me sigue dando reparo gritar, incluso en la ducha, con todo el murmullo del agua y las pompas de jabón lavanda. Lo que si disfruto es la luz de la mañana, la que me despierta. Antes eso era impensable incluso los domingos, porque me afanaba en tapar cualquier resquicio por el que se pudiera colar el más insignificante rayo de sol.
Hoy por hoy me recreo en mi despertar: sinfonía de remoloneos y estiramientos poco ortodoxos que no voy a describir aquí. Precisamente son los estiramientos de los que quiero ocuparme; y es que forman parte de uno de mis propósitos.
El día tres comenzó con estiramientos y abdominales. Puede que sea el típico propósito de año nuevo que sólo ponemos en práctica en mayo por aquello de la operación bikini; pero no es eso, al menos no del todo. Troté por toda la casa y desfallecida me recreé en la ducha con toda esa sensación de infinito relax. No hay nada mejor que estirar los músculos hasta que duelan y de golpe relajarlos. Seguro que técnicamente eso tiene un nombre: felicidad muscular, o algo parecido. Estirar, relajar, estirar, relajar, relajar, relajar... Es que después de tanta actividad el zumito de naranja recién hecho sabe a gloria; hasta los cereales crujen mejor. El sol brilla más, los pájaros cantan más alto... en parte porque ya son las 12 de la mañana. ¡Las 12!
Es genial... puedo seguir recreándome, revolver todo el armario buscando un modelito, elegir el más escotado y marcharme al mercado: ¡con un par, para que el pescadero me regale el perejil! Cuando llego ya casi no hay nada, pero sigo disfrutando de lo que queda; a mi es que los mercados me ponen... metafóricamente hablando, claro. Creo que es porque desde pequeña he estado viendo mercados. Mi padre, que se mueve por ellos como pez en el agua visitando a sus clientes, me llevo a muchos. Yo nunca se lo he confesado abiertamente, pero me encantaba que me llevara a los mercados y a los almacenes de sus clientes. El olor a fruta, los colores, hasta las moscas tienen su encanto. Mención aparte para las básculas en las que me subía sin importarme lo que marcaran porque, esto es un secreto profesional, siempre indican más de lo que deberían. ¿Y qué me decís de los gritos de los verduleros? Ya no se oyen gritos así; enlazando con lo de antes: yo debería ser verdulera, para gritar echando el resto.
Qué simpleza la mía, estirarme e ir al mercado. Propósitos de disfrute parte primera.
martes, 5 de mayo de 2009
Bienvenido, Jonh
Por lo pronto, y para mantenerle con vida, he tenido que hervir unos tres litros de agua. Al parecer así la he desparasitado; Jonh necesita que todos los días le renueve el oxígeno eliminando agua de su pecera y añadiendo agua desparasitada. Eso y darle de comer poquito, como si echara sal en su pecera, es todo lo que tengo que procurarle. Ese símil tan culinario me da muy mala espina, no sé a él... Lo cierto es que esas fueron las instrucciones del señor que me vendió a Jonh. Tenía la idea romántica de que llegaría a la tienda de mascotas y le vería al instante. La verdad es que me costó encontrarle y cuando le señalé al señor de la tienda de mascotas cuál de todos era mi Jonh, él eligió al que le dió la gana. Así pues, el destino y el azar de una mano inocente me han unido a este pez. Su objetivo en la vida será sólo ser él: Jonh Smith. Para mí es una responsabilidad que nada tiene que envidiar a Juan.
He pensado que si soy capaz de cuidarle y mantenerlo a salvo, y él se porta bien, le traeré a Pocahontas. Esto no sé si me emociona más a mi o a él, la verdad es que es poco elocuente, ni burbujas de amor, ni nada de nada. De vez en cuando miro temerosa a la pecera, por si ocurre alguna fatalidad, y ahi está quietecito, pestañeando de vez en cuando. La pecera, además, venía con efectos especiales de serie, trucos ópticos que hacen desaparecer a Jonh... o él juega conmigo, no sé. Sea como sea estoy contenta de tenerle aquí, creo que podemos llegar lejos. Espero que sea buen compañero de piso, porque hasta el momento yo he vivido sola y no sé si me gusta limpiar la mierda de los demás. Así que ¡más le vale comerse sus propios marrones! ¿Eso lo pueden hacer los peces? Quizá con Jonh no tenga que ser tan intransigente, sólo es un pez. Pero es mi pez. ¡Bienvenido, Jonh!
lunes, 4 de mayo de 2009
Mi primer día
Comer es una necesidad tan básica que debería estar subvencionada. Como no es así nos vemos obligados a buscar un modo de conseguir alimento. ¡Lástima que ya no esté de moda salir de la cueva con una lanza e ir a cazar! Ahora nos morimos por las ofertas del super que nos obligan a tener una cocina dónde jugar a ser un gran chef. La cocina está en una casa y ésta trae consigo a su prima la hipoteca. ¡Hay que ver cómo nos complicamos la vida!
A la vista de tanto barullo sin sentido voy a regalarme un mes sabático, las prisas no son buenas; así que voy a tomarme con calma lo de encontrar a otro Juan. Puede que sea una chorrada, pero antes de liarme con un Juan diferente necesito encontrarme a mí misma, no vaya a ser que aparezca de pronto un donjuan y se quiera aprovechar de nuevo de esta pobre incauta. Así que ahora que me he bajado de la monotonía de mi primer Juan voy a dedicarme a mí, a desentrañar el misterio del qué quiero ser de mayor. Creo que el próximo mes, cuando cumpla un cuarto de siglo, ya estaré preparada para otro Juanito, con suerte lo he venido gestando y yo sin darme cuenta.