domingo, 31 de mayo de 2009

Cuando el pez toma la palabra


Me llamo Jonh Smith por más que la gente diga que es John, lo sabré yo que así me llamo. Soy un pequeño pez de colores que vive en una pecera corriente ubicada en pleno corazón de Madrid. ¡Lo más refrescante que te puedes encontrar hoy por aquí si no te funciona el ventilador! Mi pecera no tiene mucho de especial, sólo que recientemente tiene 12 piedras de colores. Soy de naturaleza hambrienta, siempre estoy boqueando pidiendo comida prensada, no es para nada apetecible pero debe tener algo adictivo que me hace querer tragarla sin parar. Mi compañera de piso se encarga de administrármela. No debe entender mucho de horarios porque unos días puedo comer a las 12 y otros me tengo que esperar hasta las 4 de la tarde. Es inconstante cómo ella sola. Pero a veces tiene sus puntos. La veo hacer de todo ahí fuera del agua. Por lo general es bastante ruidosa, así que agradezco las veces que sale de casa. Hoy se ha ido un buen rato, pero ha vuelto más parlanchina de lo normal. La he visto entrar con una bolsa de papel amarilla, de un color tan intenso que han debido verla desde la estación espacial internacional. Ha sacado un libro y lo ha dejado junto a la pecera. ¡Cuentos! Últimamente está monotemática, la pobre...
Sin preguntarme si quería escucharla ha empezado a parlotear sin ton ni son, con su característico tartamudeo y sus pausas para risitas y demás sonidos que no pintan nada (grititos, palmadas, sólo le ha faltado lanzar cohetes). La verdad es que estaba muy emocionada, casi tanto como cuando me trajo a casa. Más o menos quería decirme (lo descodifico en idioma pez para que lo entendáis) que venía, muy contenta, de la Feria del Libro. A ella le gustan tanto los libros como a mí la comida prensada. Siempre anda con ellos por la casa y cuando menos te lo esperas los apila alrededor de mi pecera, porque en la estantería no le caben más. En una de las casetas de la Feria se ha encontrado a un tal Jordi Sierra i Fabra. No sé si tiene algo que ver con el pez sierra, el caso es que yo no lo conocía de nada. Ella ha visto mi cara de pez y muy amablemente ha hecho el primer paréntesis en el relato principal. Jordi es uno de sus autores favoritos de juventud. Ha leído muchos de sus libros y justo ahora está estudiando uno que considera muy especial. Se trata del método de escritura del tal escritor. A ella le maravilla al parecer y se ha propuesto emularlo. Dice que es un método muy cinematográfico y que podría usar los conocimientos adquiridos durante su carrera universitaria para investigar su propio método de producción. En ese momento se me ha escapado una burbuja y he nadado hacia atrás por temor a represalias.
Con la emoción del momento no se ha dado cuenta, ha seguido con su rollo. Dice que no sabe cómo se ha atrevido a acercarse a la caseta y hablar con el escritor, pero que lo ha hecho. Una situación extraña porque siendo ella una admiradora de su trabajo sólo ha cruzado unas frases con él y no se ha llevado un solo libro. Me la puedo imaginar haciéndole la pelota a Jordi, aparentemente modosita ella… Lo cierto es que unas simples frases de aliento, que le dirá a todos los incautos que se le acercan y le dicen que escriben, es lo que ella está celebrando tanto. “Me ha encantado hablar con usted”. “Sigue escribiendo y cuídate”. Y se ha marchado de allí colorada como un tomate.
Es simpática mi compi, aunque sea un rollo escucharla. A veces te ríes con ella, o de ella… pero te ríes, que es lo importante. Se emociona por las cosas más absurdas. Ella se justifica diciendo que en los detalles y en las pequeñas cosas está el germen de las grandes ideas. ¡Sólo ella sabe lo que eso significa! A mí que piense así me reconforta, no lo he mencionado pero soy bastante pequeñito. Bueno, para ser un pez soy de tamaño medio, aunque si me comparas con un tiburón nodriza… Pero no me quejo, se puede decir que de una manera pez soy feliz. ¿Cuántos peces habrá por ahí en peores condiciones? En comparación con otros soy un privilegiado: comida prensada diaria, agua limpia cada dos días, televisión por cable... Mis únicas pegas son dos: odio las cacerías del día en que ella me cambia el agua y temo las épocas de celo aquí solo. ¡Pero podría ser peor!
Para terminar, y apesar de todos los chinos que fuman en el día internacional sin tabaco, quiero manifestar mi desacuerdo con lo de los dos segundos de memoria de los peces. ¿Cómo si no os he contado todo esto? Pelicana habla deprisa, pero no tanto… Besos de pez para todos.

sábado, 30 de mayo de 2009

Mii


Hoy creí estar fuera de mí, literalmente. De una forma extracorpórea me vi volviendo a casa. Como si manejara mi avatar con un joystick inalámbrico. Iba despacio, aunque caminaba deprisa. Tenía una pinta corriente, un poco arrepentida de ir de cualquier manera. Sólo era alguien más, ¡vaya misterio! Pensaba en volver rápido a casa para empezar un libro. Me lo trajeron ayer, nuevecito. De tapas duras, firmes. De hojas suaves y tersas. Contiene pocas palabras, es finito, un librito lleno de anécdotas de teorías, de vivencias objetivas que no dejan de ser subjetivas en esencia.
Es curioso como necesitamos conocer las teorías de los demás (de los académicos) sobre algo que creemos conocer. A veces necesito fundamentar lo que hago en una especie de material científico que no deja de basarse en suposiciones. Es todo tan efímero, todo lo que no es científico. Te empeñas en hacer algo que crees que será fruto de la visita de las musas y lo cierto es que todo necesita trabajo y esfuerzo. Por eso nunca me salen bien los huevos fritos. No es fruto de una casualidad, es el resultado del trabajo. Puedes memorizar cómo es la receta, saber los grados centígrados que debe alcanzar el aceite en la sartén, la cantidad de sal para que esté sabroso sin pasarse, el tiempo de cocción. Puedes hacer un estudio pormenorizado de todo, pero no te saldrá a la primera. Por algo dicen que las primeras veces son un asco. Quien diga que son fantásticas es muy optimista.
Saber cómo lo hacen los demás, ¿limita la propia creatividad? No todos vamos a aspirar a freír un huevo como Ferrán Adrià, como mucho nos fijaremos en Arguiñano (no pensarías que hablaría de Rocco Sifredi, aunque sirva como ejemplo para mayores de 18). Lo cierto es que necesitamos referentes, pero es duro pensar que los primeros no tenían tantos y escribieron La Odisea. Aunque tampoco hay que torturarse, incluso Obama nos viene a preguntar por el AVE. Sigo pensando que lo mejor es recopilar, cuánta más información mejor criterio forjarás, ¿o no?

Cuatro gotas gordas

El calor húmedo de esta tarde de mayo es asfixiante. La brisa sopla caliente, casi abrasa. Puede oler a lluvia y a tierra mojada pero todavía no ha caído ni una gota. Camina rápido por la calle peatonal esperando que, en cualquier momento, se oiga el primer trueno. No sabe por qué corre, su ropa ya está mojada por el sudor. Casi le vendría bien mojarse, necesita refrescarse. Pero continúa avanzando con paso rápido, sin pensar por dónde va. Un pie delante de otro, hacia delante. Salta por encima de los top-manta; esquiva hombres, mujeres; espera que los semáforos se pongan en verde. De pronto se para, este portal le resulta familiar. La puerta pesa, la llave nunca entra a la primera, en el bolso es difícil encontrar el llavero. Dentro del portal el ambiente es fresco, oscuro, apagado y pesado como el de un sótano. Dan ganas de quedarse ahí, respirando despacio y esquivando el olor a cerrado. Sin luz tropieza con el buzón, tres cartas que no quieren decir mucho, pura burocracia: vota, paga, limosna. El remitente es el banco, el PP y la Seguridad Social. Crujen los escalones al pisarlos, crujen entre el barniz y la carcoma. Sin luz es difícil abrir la puerta, pero así todo resulta más fresco. Oscura frescura como antítesis al ambiente de fuera, del que ya no oye nada.

En casa todo está igual. Se sienta a la mesa con un refresco, las burbujas le recuerdan siempre a la primera vez que probó uno. Odió el cosquilleo intenso en la garganta. Ahora casi se agradece. Enciende el ordenador y se deja llevar por el mar azul. Entonces se oye el primer trueno, lejos. El segundo es más cercano y más largo. Las gotas comienzan a caer sin fuerza, sólo son grandes y pesadas. Una, dos, tres… y cuatro. Ya no hay más. Piensa que ha huido de cuatro gotas gordas de barro.

jueves, 28 de mayo de 2009

Corre, corre












¡Pues Fermín se ha ido! Ha pasado olímpicamente de la lechuga de hoja de roble y se ha marchado. Antes, se ha comido parte de las hojas de mi agenda. ¡Probaré y se las pondré a la ensalada, quizá están más buenas! Se ha marchado antes de ver cómo el Barça se proclamaba tricampeón. ¡Qué envidia! Qué envidia por el Barça, no por el caracol... Es cierto que ojos que no ven, corazón que no siente. ¡Pero como para no enterarse! En la televisión no se ve otra cosa. Hasta me viene a visitar la señorita Menstruación, toda vestida de grana... y me hace ponerme azul, de pura rabia helada.
Por lo demás la vida continúa irremediablemente hacia adelante; haciéndome más vieja, más seria, más desgastada. El devenir del flujo de la vida me sorprende sin remedio. Me pregunto que sentirá mi hermana con sus recién 20 años cumplidos. ¡Veinte!, tan redondos, tan brillantes... Ella se queja porque tiene que estudiar; yo se los cambiaría aunque tuviera que estudiar tres doctorados y ocho másters. ¿O no?
Quizás no. Ahora mismo siento que estoy en un punto de inflexión. Creo que puedo hacer que mi vida sea de uno u otro modo según pasen las cosas en los próximos meses. Es como una transición hacia no sé muy bien dónde. La verdad es que sé lo que quiero, pero me da tanto miedo decirlo, me da tanto pavor arriesgarme. ¿Cómo saber si está acorde con la vida del resto? ¡Podría ser un caracol! Con la casa a cuestas, rodando por el mundo, dejando un hilito de baba para volver al sitio en el que nací cuando quisiera. Lo cierto es que tengo ganas de correr, lo que debo averiguar es si en la meta alguien me espera, o quisiera.

martes, 26 de mayo de 2009

Fermín el caracol


-Ya sé que no tienes miedo, pero estaré más segura si no me sueltas la mano.

Fermín se sintió de pronto muy mayor y lo más importante: no tenía nada de miedo. Miró al pequeño comandante, que muy sonriente levantaba el dedo pulgar de su mano derecha. ¡Muy bien Fermín!

Así termina el relato que acabo de escribir. Fermín es también el nombre que le he puesto a un caracol que acabo de adoptar. Lo encontré medio ahogado en el fregadero. ¡Espero por su bien que haya llegado hasta mi cocina entre las hojas de alguna verdura! Le he regalado una hoja de lechuga (de hoja de roble, por si es un gourmet) y lo he acomodado en un tupperware de los buenos, de Ikea. Es muy pequeño para acabar en una paella y tan palido como yo. Babea un poco más y gusta de quedarse pegado en las paredes. No sé cuánto tiempo esté entre nosotros (ya somos 3 en Cañizares 12) si mañana no está en su tupper no pienso buscarlo. ¡Qué se gane la vida como todos!

Me gustaría decir algo cómo: Lo ha hecho mi sobrinita que tiene 4 años y es una monada. Pero la verdad es que lo he hecho yo, es mi visión particular de Fermín el caracol.

Si hay miedo...


Es absurdo pensar que no lo siento,
porque sí: tengo miedo.
No es el miedo que acompañaba a Juan,
es otro, uno más grande.
Tengo miedo de que siempre sea domingo,
de sentir vacío en la mitad de mi todo.
Que se escape lo que importa,
sin que yo pueda hacer algo.
Me hace temblar este miedo mio.
Y yo quiero temblar al sentir que soy
la prolongación de los movimientos de tus manos
en carbón sobre papel.

lunes, 25 de mayo de 2009

Megalomanía descocada


¡Hoy me siento poderosa! Es la antítesis del domingo. Nueva semana, nuevos propósitos, nuevo plan de tareas. Anotadas todas en una lista las he mirado y me he dicho (a lo Clint Eastwood): Pequeña, si consigues hacerlas todas te merecerás un premio. Y me he crecido como nunca, como la espuma de una cerveza tirada por alguien que no sabe, como cuando plantas lentejas en un vaso de yogur sobre cuatro algodones empapados, como... Bueno, me he crecido, dejémoslo ahi.
He sentido las fuerzas cósmicas, ganas de hacerlo todo por amor al arte. Tampoco es que me quede de otra. Pero sentirse con fuerzas es importante, con la suficiente fuerza mental cómo para pensar las ideas más descabelladas. He sentido el impulso de ir a un concurso de la tele, mitad narcisismo, mitad avaricia. ¿Es factible llegar a concursar en la tele? Usando el intelecto y no las tetas, se entiende. Mi complejo de todopoderoso me ha hecho creer que sería factible. Me he tragado todos los concursos de la sesión de tarde y he seleccionado dos. En base al bajo porcentaje de la tasa de aciertos me veo en la necesidad de estudiar y ahora estoy leyendo curiosidades sobre las aves en general, nunca se sabe. Lo cierto es que se aprende curioseando por internet, aunque quizás podría vivir sin saber las costumbres vomitivas de la hembra del cálao de mejillas plateadas. ¡Os invito a averiguarlo!
En parte pienso que aunque la mona se vista de seda... pero, ¿Por qué no probar? Le contaba a una amiga esta tarde que Nuria Roca empezó su carrera televisiva en un concurso de la tele. No digo que me pase lo mismo, sería como untarle baba de caracol a Ribery en la cara, es decir: inútil. Lo que digo es que el mundo está lleno de puertas. Además del consabido minuto de gloria me encantaría decirle al sustituto de Sobera algo así como: Uff... me iría de vacaciones al Caribe con trescientos libros bajo el brazo. Volvería capaz de ganar mil veces Quien quiere ser millonario y con un bronceado de escándalo. Lo dicho: magalomanía descocada.

domingo, 24 de mayo de 2009

Un domingo sin gafas



Odio los domingos. Los odio por muchas cosas, aunque unas pesan más que otras.
Siempre me cuesta despertar los domingos y en cuanto me despejo me doy pena por haber dormido tanto y haberme perdido la oportunidad de ir al Rastro. Me asomo con el pelo revuelto al balcón y lo veo todo borroso. Como una vieja cascarrabias me vuelvo refunfuñando a la habitación y me pongo las gafas. ¿Por qué Dios me tuvo que hacer miope? Con mis cristales mágicos veo a la gente soleada de la calle. Caminan felices en busca del aperitivo de los domingos, tradición castiza que se revaloriza en tiempos de crisis al sol de mayo. Me rugen las tripas y me preparo un tazón de Corn-flakes (no había cervecita con tapita en mi nevera). Odio los domingos incluso si no tengo que madrugar los lunes.
A pesar de todo no me gusta refunfuñar en exceso, así que hasta nuevo aviso me voy a darle al coco, ¡A ver si se acaba el domingo! Encara que el diumenge ès el dia del Senyor!

jueves, 21 de mayo de 2009

Cuando la víbora pierde la piel


Es de todos conocido que las serpientes mudan la piel. Es su singular forma de cambiar de ropa cada nueva temporada, su singula prêt-a-porter. Cuando un pelícano se vuelve víbora es porque cambia la piel tostada por el sol por una nueva e igualmente pálida que la del resto del plumaje. ¡Los pelícanos nacimos para ser blancos! Nada tiene que ver esta metamorfosis con ser un individuo amenazante de lengua viperina, sigo siendo igual de dulce y angelical. Sólo es que mi ponzoña puede escaparse más fácilmente. Pensaréis que es improbable que una víbora viva en España, pero somos animales tremendamente adaptables y siento comunicaros que en este país se producen al año unas 1.500 mordeduras de víbora, de las cuales 5 llegan a ser mortales, según wikipedia.
Sin ir más lejos, la hemeroteca de uno de los periódicos de mayor tirada nacional recoge una información, en 2007, sobre la mordedura de una víbora a un excursionista en la Pedriza, Madrid. Debo confesar que siempre quise ir a ese lugar; la próxima propuesta de visita la estudiaré muy detenidamente.
Pero tampoco es necesario salir de excursión al campo para encontrarse con un ejemplar. Seguro que todo el mundo conoce a alguien con la cantidad suficiente de veneno en las venas como para matar a todo un ejército de cápsulas de antídoto. La fauna ibérica es muy variada, sólo hay que echar un vistazo al parlamento de los diputados para darse cuenta de ello.
Las serpientes de insinuantes curvas están presentes en todas las culturas y civilizaciones. Suelen ser culpables de los más variopintos sucesos y en ocasiones la tradición patriarcal las confunde con las curvas sinuosas de una mujer. La Grecia clásica, para la que las mujeres no existían si no eran diosas del Olimpo o prostitutas, esta llena de mitos. Uno de ellos es el de Orfeo y Eurídice. Una serpiente mandó a Eurídice al inframundo y Orfeo desesperado viajó al Hades para recuperarla, las consecuencias ya las conocemos: nunca miréis atrás.
Es raro que hable de serpientes, yo sólo me quemé el sábado jugando al tenis y ahora la piel de mis hombros se desprende sin remedio, ¿quién me daría la idea de la víbora? ssssshhh!!!

miércoles, 20 de mayo de 2009

La soledad del aspirante a plumífero

Todo acto creativo implica una serie de sacrificios. El más significativo del acto de escribir es la soledad. A pesar de inspirar las más melancólicas elucubraciones, la soledad es necesaria para crear. Solo ante la pantalla en blanco del ordenador, así es el aspiránte a plumífero. Los meros estímulos del ser mental que todos tenemos dentro deberían bastar para crear un relato, una historia, un cuento pasado por la desnudez del escribano. Todos somos escritores potenciales porque todos tenemos una historia, pero sólo aquellos que la narran con pasión pueden despertar en los lectores las ganas de llegar al desenlace. Si deseas decir algo, dilo, y si no, también. Existen infinidad de decálogos que los maestros legan a los aspirantes, todos se resumen en: lee, lee, escribe, escribe.
Aunque parezca obvio en esto he estado pensando casi todo el día. Por supuesto la inspiración me ha llegado de la mano de la lectura; de dos libros en concreto que todavía no recomiendo porque no los he terminado. Tratan, como no podía ser de otro modo, de dar consejos de escritura. Tengo la firme convicción de que ningún manual que encuentre será el manual definitivo; pero a lo largo de los años he leído y ojeado muchos y de todos puedo decir que he sacado buenas ideas. Cada escritor nos cuenta su sistema y todos son válidos, lo interesante del asunto son las coincidencias. Hoy he corroborado mis sospechas traducidas en el párrafo primero de esta entrada. Y es que incluso los maestros insisten en que lo importante es la disciplina, la práctica y la autoestima.
La mejor manera de empezar a contar algo es parándose a pensar sobre ello y psicoanalizarse. Es ideal hacerlo recostado en un diván. Con la imagen de Woody Allen irrumpiendo en mi memoria imagino la escena muy a su manera: parloteando sin cesar todas las ideas que se atropellan al salir por la laringe. Es una tormenta de ideas de una sola cabeza pensante. Es tu mera convicción, si no te convences nadie te creerá. No olvidemos que la principal cualidad de todo escritor es mentir, mentir como bellacos. Para tanta sarta de pecados es necesaria, pues, la soledad. Sin embargo, y a pesar de todo, mi pantalla sigue en blanco. ¿Hay más soledad que esa en el mundo?

martes, 19 de mayo de 2009

Paraísos urbanos


Las oficinas del INEM tienen un nosequé desquiciante. Siempre están llenas de gente de aquí para allá, de números de turno que se exponen a todo color y estridente sonido en esas pantallas de puntitos rojos, y de desesperada desidia en general. La gente tiende a volverse loca en esos sitios. Es una locura transitoria llena de formularios, requisitos, sellos y resguardos... Es lo malo de quedarse sin Juan, esperar turno en una oficina de empleo. Yo hoy, toda confiada, he ido así, sin protección. Yo que siempre llevo el mp3 en el bolso, un libro, algo... Sólo encontré una de mis libretas en el bolso de los zapatos rojos. Así que me puse a describir el ambiente del local. A simple vista se diría que está de moda. Campaban a sus anchas personajes de toda edad y condición y entre todos hablaríamos unas 14 lenguas. Yo por desgracia sólo me enteraba de la fascinante trayectoria de una porteña bajita con unos zapatos monísimos. ¡Hay que ver la gente lo customizada que va a este tipo de garitos!
Por suerte no estuve presente todo el tiempo que tardaron en atender a los poseedores de los 50 turnos que me precedían. Escapé de allí como loca antes de estarlo de verdad. Algo bueno había que sacar de aquello, y ya lo creo que lo saqué. Vagando por la zona encontré la biblioteca Regional Joaquín Leguina. Esa que tantas veces ha aparecido en el buscador del catálogo de bibliotecas públicas online de Madrid, la que siempre tiene todas las respuestas. Fascinada por el descubrimiento penetré en el edificio, nuevecito, todo de madera crujiente y lleno de estanterías con los libros pulcramente colocados. Encontré la planta de Lengua y allí me quedé, dale que te pego a la lengua. He descubierto que es el sitio ideal para hacer mis pequeñas investigaciones. Tienen revistas del sector, guias para escritores, toda clase de bibliografía de consulta y unas mesas grandísimas con enchufes y conexión wi-fi. ¡Es el paraíso! Aunque atrás quedan mis propósitos de disfrute inaugurales, este merece un lugar de honor.
Se me pasó el tiempo volando entre libros y revistas. Sin darme cuenta era la hora de volver al infierno de la oficina de empleo. Me encaminé hacia allí bajo un sol abrasador que me hizo llegar un poco colorada. Con asombro y desesperación comprobé que todavía faltaban 20 turnos para el mio, ¿cómo se puede ser tan lento? Si luego cuando me tocó, no tardaron ni dos minutos. En fin, es lo que tiene tomarse la vida con filosofía y calma... mucha calma.
A pesar de todo me quedo con mi descubrimiento y el olor a madera tanto fuera como dentro de los libros de la gran biblioteca.

sábado, 16 de mayo de 2009

Mágicamente encajonada


El viernes estuve en la Caja Mágica viendo tenis. Ahora lo veo por la tele y me digo: Ji, ji... yo estuve allí. Además, estaba como una reina... me podía sentar donde quisiera siempre y cuando no hubiese nadie. Es lo que tiene gustarle al tio de los perritos (je, je... muchas gracias). Me lo pasé muy bien perdiéndome en esa caja de tropecientos lados, todos iguales. No sé si era por la emoción pero me costo perderme dos veces para hacerme con la dichosa caja. Eso sí, siempre encontraba los perritos y la forma de colarme en el estadio Manolo Santana para ver a Federer y a Roddick y más tarde a Nadal y Verdasco. ¡Vaya privilegio! Mi madre me llamaba preguntándome no sin cierta envidia; pero el próximo año vamos a tener abono para toda la semana. Como ya me conozco la caja me tendrá que llevar con ella, ¿no?
Estar en aquella caja que poco tenía de mágica me hizo pensar mucho. Pensaba en el tenis, claro, en todas las estrategias y pautas de juego que te hacen ser un campeón. En como hay que esperar, en toda circunstancia, a que la pelota esté en el sitio ideal para soltar el brazo y darle con todas tus fuerzas. Mientras, la vida es puro peloteo, el de pasar la bola al otro lado de la cancha, y que te la devuelvan más o menos fácil. Eso es básico para después saber afrontar los match points sin que te dé un calambre y te deje en el sitio. Así que la lección es: come muchos plátanos para tener buenas bolas, que cada quien lo interprete como quiera.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Mi gran idea


He tenido una gran idea. Un buen día me levanté y me dije: "me voy a hacer un tattoo". Entusiasma- da de un modo imposible de describir destapé el primer boli de punta fina que vi y empecé mi diseño. Se trata de tres estrellas, una grandota y dos mas pequeñitas. Somos mis dos hermanas y yo. La grandota soy yo, sí; pero no es por un tremendo egocentrismo, simplemente soy la mayor de las tres. El sitio elegido fue la mano, junto al pulgar. Es cierto que me lo voy a ver mucho, pero me gusta ese sitio. Después de dos duchas, y sus respectivos días, de la gran idea la tinta de boli se había disipado. Así que me encaminé a la calle Montera. Cuando logré apartarme de los escaparates de las zapaterías entré en un local "to guapo ahí..." donde hacen piercing, tattoo, rastas... vamos, de todo un poco, y me acerqué al mostrador. "Hola, quería preguntarte... ¿cuánto me costaría tatuarme tres estrellas aquí?". Le mostré mi mano toda sonriente. "Uy, ahí no solemos hacer tattoos; es que en esa zona se regenera mucho la piel, seguramente te pones muchas cremas... además, te lo vas a ver mucho". Jopé, vaya chasco, pensé yo. Insistí igualmente y el chaval, ni corto ni perezoso, me dice: "te costará unos 260 euros". ¡Madre del amor hermoso! Tremendo dineral por tres estrellitas. Pues sí que he tenido una gran idea; creo que si aprendo a dibujar me meto a tatuadora, y me hago de oro. La gente que tiene uno de esos dragones gigantes en la espalda habrán tenido que pedir un préstamo, por lo menos.
Escandalizada en mi interior, pero tremendamente amable en mi exterior, le dije que le agradecía la información y que me lo iba a pensar. Salí de allí cagando leches desesperada por llegar a otro estudio de tattoo cercano a casa. Por suerte aquí me dijeron que no había problema en tatuar la mano y que tres estrellas me costarian unos 70 euros. ¡Eso es otra cosa!
De todas formas ya se ha creado la duda en mi interior. ¿Debería tatuarme las estrellas en otra zona más barata? ¿Canjear los 260 euros por unos cuantos pares de zapatos? ¡Qué dilema, Dios santo!

martes, 12 de mayo de 2009

Las pelícanas los prefieren naranjas.



Los pelícanos llevamos más de 40 millones de años sobre la Tierra, aunque técnicamente la sobrevolemos. Tenemos unas alas bastante grandes y aún así preferimos estar en tierra firme o nadar. ¡Nada más cerca de la realidad! Volar es algo que me apasiona y me aterra a la vez; algo así como los tiburones. Los escualos siempre me han parecido criaturas fascinantes, siempre adelante surcando las aguas, con esas poderosas mandíbulas que piden a gritos el próximo bocado de sushi. Lo malo es que tampoco es que le hagan ascos al pollo; de ahí mi miedo (¿cómo es la onomatopeya para el cacareo de gallina?) Aún así, creo que prefiero nadar, la sensación es parecida a la de volar. Pero me estoy desviando del asunto. Quería centrarme en los hábitos alimentarios de la familia de los pelicanidae, o los Soriano-Díez. Somos gente de buen saque, de ahí el buche o la bolsa en nuestro pico. En realidad hablo más por mi, porque últimamente cada vez que vuelvo al nido los otros miembros están a dieta. Lo peor es que no es por falta de peces. Como dicen por ahi: ¡hay muchos peces en el mar! Creo que es más por el exceso de los mismos. Incluso Laura (la pelicana que va detrás de mí; en edad, no es que esté en celo, véase que soy una pelicana y ella tiene su pollo)... Laura, es que hay que explicarlo todo aunque no sé si se entiende. Bien, mi hermana (ahora sí), se ha vuelto vegetariana, y dime ¿qué pinta un pelicano comiendo sólo hojas, eso no era para los nidos?
La cuestión es que observando a Jonh Smith me han dado ganas de comprar salmón. No es que tuviera un arrebato de comer pescado, por supuesto nunca me comería a Jonh, ¿verdad? No, Jonh, no me mires así que seguro que no eres comestible (cariñosamente lo digo). Es que me di cuenta de que estaba descuidando mi curiosidad culinaria. Al hilo de todo esto del salmón (con Calamaro en la cabeza, de fondo) tuve una idea: un menú naranja. El naranja siempre me pareció un color muy positivo, naranja como las naranjas de valencia. ¡Ole y ole con las valencianas salerosas!

Propuesta de menú naranja:
Entrante: crêpe de dados de zanahoria y queso cheddar con salsa de calabaza.
Plato principal: sashimi de salmón con bolitas de boniato frito.
Postre: Sorbete de naranja con coulis de azafrán.

La carta de vinos se compone, claro está, de Tang sabor naranja, Fanta y Aquarius de naranja (para cuando las burbujitas piquen demasiado en la nariz).

Bon apetit!

lunes, 11 de mayo de 2009

Atasco en la primera plana por culpa del pollo frito


Una semana nueva comienza. El tiempo anda revuelto; 5 astronautas se van a arreglar un telescopio rodeado de amenazante basura espacial; piratas que desembarcarán en Kenia; un Papa en Tierra Santa, pero revuelta. El mundo sigue girando irremediablemente y yo sigo haciendo cálculos. Sobre todo calculo días y euros, y ambas cosas son tan efímeras. Si lo piensas, el paso de los días provoca el desembolso de euros, aunque te los pases lo más quietecita posible en el sofá. ¡Así cualquiera está en crisis! A pesar de todo el día tiene esas coincidencias que me emocionan, así que paso de toda esa parafernalia de telediario (o no) y me enfrasco en mis frikadas. La cosa va de pollos, concretamente de alitas de pollo. Nada tiene que ver con nada, pero me he emocionado con la idea de unas alitas de pollo rebozadas con maíz frito con una salsa de influencia mexicana. Digo emocionado con la idea porque no la he materializado, todavía. Es que me da que van a estar más ricas en mi cabeza. Le he contado a Jonh como sería la cosa; me miraba boqueando y como diciendo "cámbiame el agua ya que no veo una mierda". Y precisamente porque ve demasiada es por lo que alargo el aseo de su casa. Pero lo importante es que, acostumbrado a las algas prensadas que come, no ha captado los matices de lo que le planteaba. Las alitas simbolizan claramente a los voladores astronautas que alzan el vuelo acosados por los piratas o el maiz frito que los envuelve. ¡Fritos están en Europa con la amenaza de los kikos somalies que quieren incarle el diente a la bladita carne de pollo! La salsa de influencia mexicana es la Paz y el acuerdo entre el Papa alemán y un tal Simon Peres en tierras de judíos. Aparentemente una salsa colorada y apacible, pero que en la boca escuece como el fuego de mil cañones en latente amenaza. El tiempo revuelto es como te deja la tripita semejante bomba gastronómica. No me preguntes como, pero sin comerlo ni beberlo se me revolvió el estómago; ... lo que tiene esto de somatizar las noticias.

viernes, 8 de mayo de 2009

Feliz aniversario


Hoy se cumple una semana desde que me abandonara Juan, y a Jonh no le ha durado limpia el agua ni dos días. ¿Quién me mandó comprarme un pez? Al final, y al parecer, los peces no se comen sus marrones; se quedan en el fondo de la pecera. Después de tener que gastar de golpe toda el agua desparasitada que tenía he determinado ponerle a dieta. Espero que así disminuya el número de deposiciones y pueda cambiarle el agua cada tres días por lo menos. ¡Suerte que no la pago! Este pez es una ruina para los pantanos.
Cambiando de tercio, pero al hilo de los aniversarios, faltan 30 días para mi cumpleaños. No sé por qué tengo que mencionarlo, tampoco es nada especial, pero toda esta configuración ambiental de buen clima y despreocupación me alegra y me lo recuerda. Es también el cumpleaños de mi hermana pequeña, que no es que naciera 2 minutos y 20 segundos después que yo, ella esperó 7 años. Es una de esas casualidades de la vida. Ese año, como regalo tuve un bebé. A todo el mundo le pareció genial, a mi creo que no tanto, sobretodo porque ya tenía otro bebé de 2 años. ¡Ay! pero ahora ese bebé ya va a cumplir 18 años; toda una mujercita (otro topicazo que ella protestaría). Está mi hermana inmersa en esa vorágine de libros y apuntes propia de final de curso. Si ese curso es el último antes de la Universidad es, cuanto menos, inquietante. Ella va con todo adelante, una trabajadora nata. Desde aquí, quiero trasladarle mis ánimos, ociosos por otra parte; porque ella y yo estamos, como siempre, sincronizadas y cerrando etapas. ¡Feliz aniversario a un mes vista!

jueves, 7 de mayo de 2009

¿No es cierto ángel de amor...


Los propósitos nunca se me han dado muy bien. Es algo que tiene que ver con la fuerza de voluntad, lo sé, y la mía es tan perezosa... El cuarto día me he recreado demasiado en el despertar, tanto que ya casi anochece y sigo con la sonrisilla de bobalicona estampada en la cara. De todas formas, esto sigue siendo disfrute, ¿no? y el propósito fundamental es disfrutar, no hay que olvidarlo. Además, forma parte del disfrute elaborar mi propia cotidianidad a la carta. Nadie dijo que tuviera que hacer lo mismo todos los días y a la misma hora, por más placer que me provoquen. Puedo elegir, esa es la principal ventaja y lo que más disfruto.
Este receso de hoy en los estiramientos y en el tour por los mercados (no lo mencioné en la anterior entrada, pero me he propuesto visitar todos los mercados de Madrid, aunque no encuentre ninguno como la Boquería de la ciudad condal) es perfecto para abrir la mente a otra clase de disfrutes; sensoriales y racionales; físicos y químicos; tan tremendamente palpables que puedes transformarlos en impulsos eléctricos neuronales y pensarlos sin esfuerzos. Acción, reacción. Acto, reflexión. Pensar las cosas es otro de mis disfrutes.
Pensar con conocimiento de causa es necesario y para eso hay que tener el cuerpo en reposo. Reposar es fundamental para casi todo, como para las tisanas que saben mejor cuanto más reposadas. Así que he estado reposando la mente y el cuerpo y ahora estoy abierta a cualquier estímulo cognoscitivo. Eso forma parte de otro propósito de disfrute: cultivar la mente. He elaborado una lista de exposiciones a las que quiero ir. Es una pena que no pueda llevar a Jonh Smith, pero le he prometido contarle con toda clase de pelos y señales las cosas que vea. Así pongo en marcha el otro propósito: relatar, empaparme de las cosas y plasmarlas en mi liezo en blanco particular. Es casi un plan perfecto que pondré en marcha mañana, prorpósitos de disfrute parte segunda.

Propósitos de disfrute

Al parecer estoy de vacaciones. Eso dicen en la seguridad social; hasta que no disfrute mis días de vacaciones generados pero no disfrutados no puedo pedir la prestación por desempleo. Así que en eso estoy: disfrutando.
Tiene el disfrute sus peculiaridades porque de tanto disfrutar me da un no sequé en la boca del estómago. Creo que son ganas de gritar, de disfrutar gritando. Sin embargo me sigue dando reparo gritar, incluso en la ducha, con todo el murmullo del agua y las pompas de jabón lavanda. Lo que si disfruto es la luz de la mañana, la que me despierta. Antes eso era impensable incluso los domingos, porque me afanaba en tapar cualquier resquicio por el que se pudiera colar el más insignificante rayo de sol.

Hoy por hoy me recreo en mi despertar: sinfonía de remoloneos y estiramientos poco ortodoxos que no voy a describir aquí. Precisamente son los estiramientos de los que quiero ocuparme; y es que forman parte de uno de mis propósitos.

El día tres comenzó con estiramientos y abdominales. Puede que sea el típico propósito de año nuevo que sólo ponemos en práctica en mayo por aquello de la operación bikini; pero no es eso, al menos no del todo. Troté por toda la casa y desfallecida me recreé en la ducha con toda esa sensación de infinito relax. No hay nada mejor que estirar los músculos hasta que duelan y de golpe relajarlos. Seguro que técnicamente eso tiene un nombre: felicidad muscular, o algo parecido. Estirar, relajar, estirar, relajar, relajar, relajar... Es que después de tanta actividad el zumito de naranja recién hecho sabe a gloria; hasta los cereales crujen mejor. El sol brilla más, los pájaros cantan más alto... en parte porque ya son las 12 de la mañana. ¡Las 12!
Es genial... puedo seguir recreándome, revolver todo el armario buscando un modelito, elegir el más escotado y marcharme al mercado: ¡con un par, para que el pescadero me regale el perejil! Cuando llego ya casi no hay nada, pero sigo disfrutando de lo que queda; a mi es que los mercados me ponen... metafóricamente hablando, claro. Creo que es porque desde pequeña he estado viendo mercados. Mi padre, que se mueve por ellos como pez en el agua visitando a sus clientes, me llevo a muchos. Yo nunca se lo he confesado abiertamente, pero me encantaba que me llevara a los mercados y a los almacenes de sus clientes. El olor a fruta, los colores, hasta las moscas tienen su encanto. Mención aparte para las básculas en las que me subía sin importarme lo que marcaran porque, esto es un secreto profesional, siempre indican más de lo que deberían. ¿Y qué me decís de los gritos de los verduleros? Ya no se oyen gritos así; enlazando con lo de antes: yo debería ser verdulera, para gritar echando el resto.
Qué simpleza la mía, estirarme e ir al mercado. Propósitos de disfrute parte primera.

martes, 5 de mayo de 2009

Bienvenido, Jonh


Me he comprado un pez. Se llama Jonh Smith. Vive en una de esas peceras redondas, de las de toda la vida. Durante las dos primeras horas en las que ha explorado su casa ha estado bastante activo. Ahora reposa en el fondo de la pecera, aburrido de la vida. No se lo echo en cara, su nuevo hogar es muy fácil de explorar y más allá del cristal sólo hay unos 40 metros cuadrados habitables, que se recorren en un par de vistazos. Lo he situado delante de la televisión, para que disfrute conmigo de la "Champions". Es de color naranja, por eso la foto del salmón, no porque piense en comerme a Jonh... Así que con ese color sólo puede ser del Valencia. Me decepciona un poco, pero tampoco le voy a obligar a volverse blanco. Supongo que cada uno es del equipo que quiera.
Por lo pronto, y para mantenerle con vida, he tenido que hervir unos tres litros de agua. Al parecer así la he desparasitado; Jonh necesita que todos los días le renueve el oxígeno eliminando agua de su pecera y añadiendo agua desparasitada. Eso y darle de comer poquito, como si echara sal en su pecera, es todo lo que tengo que procurarle. Ese símil tan culinario me da muy mala espina, no sé a él... Lo cierto es que esas fueron las instrucciones del señor que me vendió a Jonh. Tenía la idea romántica de que llegaría a la tienda de mascotas y le vería al instante. La verdad es que me costó encontrarle y cuando le señalé al señor de la tienda de mascotas cuál de todos era mi Jonh, él eligió al que le dió la gana. Así pues, el destino y el azar de una mano inocente me han unido a este pez. Su objetivo en la vida será sólo ser él: Jonh Smith. Para mí es una responsabilidad que nada tiene que envidiar a Juan.
He pensado que si soy capaz de cuidarle y mantenerlo a salvo, y él se porta bien, le traeré a Pocahontas. Esto no sé si me emociona más a mi o a él, la verdad es que es poco elocuente, ni burbujas de amor, ni nada de nada. De vez en cuando miro temerosa a la pecera, por si ocurre alguna fatalidad, y ahi está quietecito, pestañeando de vez en cuando. La pecera, además, venía con efectos especiales de serie, trucos ópticos que hacen desaparecer a Jonh... o él juega conmigo, no sé. Sea como sea estoy contenta de tenerle aquí, creo que podemos llegar lejos. Espero que sea buen compañero de piso, porque hasta el momento yo he vivido sola y no sé si me gusta limpiar la mierda de los demás. Así que ¡más le vale comerse sus propios marrones! ¿Eso lo pueden hacer los peces? Quizá con Jonh no tenga que ser tan intransigente, sólo es un pez. Pero es mi pez. ¡Bienvenido, Jonh!

lunes, 4 de mayo de 2009

Mi primer día


Este es mi primer día sin trabajo. Paso a engrosar las listas del paro como un suricata al sol. Las mismas listas que andan tan voluminosas últimamente. Me quedé sin miedo y sin Juan. El primero se esfumó de golpe cuando me dieron el cheque con el finiquito; el segundo es el propio concepto causante de mi nuevo adjetivo: desempleada. Juan era como cariñosamente llamaba a mi empleo. Uno de esos de 7 a 15, en una oficina sin tabiques donde todos nos veíamos las caras. Juan se marchó de un día para otro y me quede así: parada.
Imagino que no es nada nuevo en los tiempos que corren. Habrá tantas y tantos por ahí que perdieron a sus juanes un buen día... Tampoco es que eche de menos a Juan, seamos sinceros: ¿quién echaría de menos madrugar, aguantar las presiones de los jefes, las exigencias de los clientes, las horas extra que nadie te paga? En si mismo Juan es bastante prescindible; ahora bien: necesito comer.
Comer es una necesidad tan básica que debería estar subvencionada. Como no es así nos vemos obligados a buscar un modo de conseguir alimento. ¡Lástima que ya no esté de moda salir de la cueva con una lanza e ir a cazar! Ahora nos morimos por las ofertas del super que nos obligan a tener una cocina dónde jugar a ser un gran chef. La cocina está en una casa y ésta trae consigo a su prima la hipoteca. ¡Hay que ver cómo nos complicamos la vida!
A la vista de tanto barullo sin sentido voy a regalarme un mes sabático, las prisas no son buenas; así que voy a tomarme con calma lo de encontrar a otro Juan. Puede que sea una chorrada, pero antes de liarme con un Juan diferente necesito encontrarme a mí misma, no vaya a ser que aparezca de pronto un donjuan y se quiera aprovechar de nuevo de esta pobre incauta. Así que ahora que me he bajado de la monotonía de mi primer Juan voy a dedicarme a mí, a desentrañar el misterio del qué quiero ser de mayor. Creo que el próximo mes, cuando cumpla un cuarto de siglo, ya estaré preparada para otro Juanito, con suerte lo he venido gestando y yo sin darme cuenta.
Mientras salgo de cuentas voy a dedicarme a curiosear por ahi y ver qué se siente sin tener una obligación y una responsabilidad laboral. Mi primera medida consiste en documentarlo todo, por eso acabo de crear este blog. No sé si sabré vivir sin responsabilidades y deberes así que me he creado esta. Esto en sí mismo da mucho que pensar, pero por lo pronto, para inaugurarlo sólo diré: ¡que corra el champán!