domingo, 31 de mayo de 2009

Cuando el pez toma la palabra


Me llamo Jonh Smith por más que la gente diga que es John, lo sabré yo que así me llamo. Soy un pequeño pez de colores que vive en una pecera corriente ubicada en pleno corazón de Madrid. ¡Lo más refrescante que te puedes encontrar hoy por aquí si no te funciona el ventilador! Mi pecera no tiene mucho de especial, sólo que recientemente tiene 12 piedras de colores. Soy de naturaleza hambrienta, siempre estoy boqueando pidiendo comida prensada, no es para nada apetecible pero debe tener algo adictivo que me hace querer tragarla sin parar. Mi compañera de piso se encarga de administrármela. No debe entender mucho de horarios porque unos días puedo comer a las 12 y otros me tengo que esperar hasta las 4 de la tarde. Es inconstante cómo ella sola. Pero a veces tiene sus puntos. La veo hacer de todo ahí fuera del agua. Por lo general es bastante ruidosa, así que agradezco las veces que sale de casa. Hoy se ha ido un buen rato, pero ha vuelto más parlanchina de lo normal. La he visto entrar con una bolsa de papel amarilla, de un color tan intenso que han debido verla desde la estación espacial internacional. Ha sacado un libro y lo ha dejado junto a la pecera. ¡Cuentos! Últimamente está monotemática, la pobre...
Sin preguntarme si quería escucharla ha empezado a parlotear sin ton ni son, con su característico tartamudeo y sus pausas para risitas y demás sonidos que no pintan nada (grititos, palmadas, sólo le ha faltado lanzar cohetes). La verdad es que estaba muy emocionada, casi tanto como cuando me trajo a casa. Más o menos quería decirme (lo descodifico en idioma pez para que lo entendáis) que venía, muy contenta, de la Feria del Libro. A ella le gustan tanto los libros como a mí la comida prensada. Siempre anda con ellos por la casa y cuando menos te lo esperas los apila alrededor de mi pecera, porque en la estantería no le caben más. En una de las casetas de la Feria se ha encontrado a un tal Jordi Sierra i Fabra. No sé si tiene algo que ver con el pez sierra, el caso es que yo no lo conocía de nada. Ella ha visto mi cara de pez y muy amablemente ha hecho el primer paréntesis en el relato principal. Jordi es uno de sus autores favoritos de juventud. Ha leído muchos de sus libros y justo ahora está estudiando uno que considera muy especial. Se trata del método de escritura del tal escritor. A ella le maravilla al parecer y se ha propuesto emularlo. Dice que es un método muy cinematográfico y que podría usar los conocimientos adquiridos durante su carrera universitaria para investigar su propio método de producción. En ese momento se me ha escapado una burbuja y he nadado hacia atrás por temor a represalias.
Con la emoción del momento no se ha dado cuenta, ha seguido con su rollo. Dice que no sabe cómo se ha atrevido a acercarse a la caseta y hablar con el escritor, pero que lo ha hecho. Una situación extraña porque siendo ella una admiradora de su trabajo sólo ha cruzado unas frases con él y no se ha llevado un solo libro. Me la puedo imaginar haciéndole la pelota a Jordi, aparentemente modosita ella… Lo cierto es que unas simples frases de aliento, que le dirá a todos los incautos que se le acercan y le dicen que escriben, es lo que ella está celebrando tanto. “Me ha encantado hablar con usted”. “Sigue escribiendo y cuídate”. Y se ha marchado de allí colorada como un tomate.
Es simpática mi compi, aunque sea un rollo escucharla. A veces te ríes con ella, o de ella… pero te ríes, que es lo importante. Se emociona por las cosas más absurdas. Ella se justifica diciendo que en los detalles y en las pequeñas cosas está el germen de las grandes ideas. ¡Sólo ella sabe lo que eso significa! A mí que piense así me reconforta, no lo he mencionado pero soy bastante pequeñito. Bueno, para ser un pez soy de tamaño medio, aunque si me comparas con un tiburón nodriza… Pero no me quejo, se puede decir que de una manera pez soy feliz. ¿Cuántos peces habrá por ahí en peores condiciones? En comparación con otros soy un privilegiado: comida prensada diaria, agua limpia cada dos días, televisión por cable... Mis únicas pegas son dos: odio las cacerías del día en que ella me cambia el agua y temo las épocas de celo aquí solo. ¡Pero podría ser peor!
Para terminar, y apesar de todos los chinos que fuman en el día internacional sin tabaco, quiero manifestar mi desacuerdo con lo de los dos segundos de memoria de los peces. ¿Cómo si no os he contado todo esto? Pelicana habla deprisa, pero no tanto… Besos de pez para todos.

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