martes, 5 de mayo de 2009

Bienvenido, Jonh


Me he comprado un pez. Se llama Jonh Smith. Vive en una de esas peceras redondas, de las de toda la vida. Durante las dos primeras horas en las que ha explorado su casa ha estado bastante activo. Ahora reposa en el fondo de la pecera, aburrido de la vida. No se lo echo en cara, su nuevo hogar es muy fácil de explorar y más allá del cristal sólo hay unos 40 metros cuadrados habitables, que se recorren en un par de vistazos. Lo he situado delante de la televisión, para que disfrute conmigo de la "Champions". Es de color naranja, por eso la foto del salmón, no porque piense en comerme a Jonh... Así que con ese color sólo puede ser del Valencia. Me decepciona un poco, pero tampoco le voy a obligar a volverse blanco. Supongo que cada uno es del equipo que quiera.
Por lo pronto, y para mantenerle con vida, he tenido que hervir unos tres litros de agua. Al parecer así la he desparasitado; Jonh necesita que todos los días le renueve el oxígeno eliminando agua de su pecera y añadiendo agua desparasitada. Eso y darle de comer poquito, como si echara sal en su pecera, es todo lo que tengo que procurarle. Ese símil tan culinario me da muy mala espina, no sé a él... Lo cierto es que esas fueron las instrucciones del señor que me vendió a Jonh. Tenía la idea romántica de que llegaría a la tienda de mascotas y le vería al instante. La verdad es que me costó encontrarle y cuando le señalé al señor de la tienda de mascotas cuál de todos era mi Jonh, él eligió al que le dió la gana. Así pues, el destino y el azar de una mano inocente me han unido a este pez. Su objetivo en la vida será sólo ser él: Jonh Smith. Para mí es una responsabilidad que nada tiene que envidiar a Juan.
He pensado que si soy capaz de cuidarle y mantenerlo a salvo, y él se porta bien, le traeré a Pocahontas. Esto no sé si me emociona más a mi o a él, la verdad es que es poco elocuente, ni burbujas de amor, ni nada de nada. De vez en cuando miro temerosa a la pecera, por si ocurre alguna fatalidad, y ahi está quietecito, pestañeando de vez en cuando. La pecera, además, venía con efectos especiales de serie, trucos ópticos que hacen desaparecer a Jonh... o él juega conmigo, no sé. Sea como sea estoy contenta de tenerle aquí, creo que podemos llegar lejos. Espero que sea buen compañero de piso, porque hasta el momento yo he vivido sola y no sé si me gusta limpiar la mierda de los demás. Así que ¡más le vale comerse sus propios marrones! ¿Eso lo pueden hacer los peces? Quizá con Jonh no tenga que ser tan intransigente, sólo es un pez. Pero es mi pez. ¡Bienvenido, Jonh!

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