jueves, 28 de enero de 2010

Carretera perdida: la libertad

No hay nada como una carretera frente a ti para sentir un poco de eso que llaman libertad. Dos líneas que se prolongan hasta un punto de fuga inalcanzable que siempre pide más camino, más kilómetros, más gasolina. Se intensifica esa idea de la ausencia de un muro con el que te topas, ¡me encanta que la Tierra sea redonda!... bueno, ligeramente achatada por los polos. Nunca llego al fin del viaje y siempre quiero más cuando paro en una estación de servicio. No era consciente de esto mientras conducía esta mañana hasta la universidad. Era feliz con el simple hecho de que el sol brillara intensamente y de que el cielo, falto de nubes, invitara a dejar volar la imaginación. Ahora que lo pienso tenía el infinito frente a mí y sobre mí; cuatro neumáticos a medio gas eran mi úncio anclaje al suelo.
Después de una jornada de trabajo completa, 8 horas exactas, deshago el camino a oscuras pero orgullosa. Las luces de los coches se precipitan hacia mí en todas direcciones y voy esquivando esas estrellas fugaces que desafían los límites de velocidad. Conozco al detalle la ubicación de los radares y juego con los pedales para evitar más multas y menos puntos. Vuelvo a casa sintiendo todavía que soy libre.
Saludos a todos aquellos que me leen, ver en el mapa de ahí abajo los puntos que parpadean me hace sentir muy bien; hoy hay representación de tres continentes diferentes, quería mencionarlo.

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