lunes, 25 de enero de 2010

El atropello del caracol común

Es de todos conocido que el campo se llena de caracoles cuando llueve. Salen de sus escondites y de sus conchas espirales para beber, imagino; o para refrescarse, quien sabe. Donde vivo, abundan los caracoles. Casi no se perciben por lo general, porque siempre hace sol en este lugar mediterráneo. Pero cuando llueve los caracoles salen a la carretera y se da la paradoja de que cuando salen a disfrutar de la vida hallan la muerte bajo las ruedas del viejo coche con el que deambulo.
No puedo evitar no pasarles por encima y me da pena ser una asesina de caracoles.

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