lunes, 7 de diciembre de 2009

Doña Angustias

Hoy me he despertado angustiada. No sabía por qué hasta que he consultado mi lista de tareas. Tengo un trabajo pendiente para entregar el miércoles. Volver a ser universitaria me provoca cosquillas en el estómago y desde hoy sentiré que el final de puente de la constitución es como un largo domingo tedioso. Esa obligación que me inquieta se interpone en un sinfín de otras tareas inconclusas. He vuelto a Madrid a recoger algunas cosas; he elegido unos días raros porque había mucha gente por las calles, en las tiendas, en los bares. Casi no he disfrutado de los tacos, de las prisas al volver a casa evitando el frío... Ya nada será igual que antes, ya no volverá la pelicana de la calle Cañizares.
Me compro un gorro de color violeta, tiene un lacito sobre la sien izquierda que me da un aire de niña buena. No he podido evitar llevármelo conmigo de la tienda para estar dos días en Madrid con él en mi cabeza. En Alicante la gente está en la playa, necesitaría más bien una sombrilla. Me escondo debajo del gorrito un rato y camino entre luces de Navidad buscando algo que nunca aparece al doblar las esquinas. Es entonces cuando aparece la angustia, que va y viene. Quedo con mis amigas, me enfado con mi hermana e intento cambiar de orden los pensamientos de mi cabeza. Así llegamos al martes que es domingo, al día antes de volver a la rutina que comienza de nuevo por tercera vez. Me siento inconclusa, como si algo me faltara y sé que la angustia seguirá ahi un buen rato, hasta que se alineen los astros.

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