martes, 24 de noviembre de 2009

La universidad de la luz

Vuelvo a ser universitaria. Es agradable volver a clase y dejar que te cuenten teorías. Antes me las creía todas a pie juntillas pero ahora lo miro todo un poco más crítica. De todos modos, que otros te cuenten sus teorías es relajante. Paras por el momento de plantearte las tuyas y dejas que intenten convencerte.
Volver a la universidad tiene otras cosas buenas. Hoy por ejemplo estará aquí Jane Goodall. ¡Lástima que a la hora de su ponencia esté en clase de historia del teatro! No me puedo perder los entremeses cervantinos cuando ya me he perdido las tres primeras semanas de clase.
Intento ponerme al día colocando en el calendario hitos a corto y medio plazo: leer todas las lecturas atrasadas antes de Navidad; inaugurar blog en la UA para el concurso (a ver si hay más suerte esta vez); buscar una línea de investigación para el trabajo de fin de máster... En fin, un sinfín de manchas rojas y verdes fosforito en el pequeño cartón donde reside mi almanaque.
Las tecnologías han vuelto a mí, por fin. Mi flamante PC nuevo de cientos de euros va robando corazones por la universidad. Le acaban de configurar la red wi-fi y me permite escribir desde la gran sala de la biblioteca. Es espectacular la cantidad de luz que entra por los enormes ventanales; augura muchos ratos de escritura y embeleso. Quizás me inunde el sentimiento de Miguel Hernández y me olvido por un tiempo de la urbe para volver a ser llorando el hortelano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario