miércoles, 2 de septiembre de 2009

Morbosidad mórbida

Me he aficionado a un programa de La Sexta sobre casos criminales. Se llama Crímenes imperfectos. No sé por qué lo llaman así, al final siempre encuentran al asesino que resulta ser el criminal perfecto. Es un poco morbosa esta afición mía, pero me va bien como sonido de fondo mientras quito el polvo, hago la cama y vuelvo a revisar una y otra vez mis apuntes para relatos y novela novel que nunca ganará un Nobel. ¿El Nobel se concede a título personal o por un trabajo específico? Plumero en mano no puedo evitar quedarme parada frente al televisor de tanto en tanto. Casi me cuesta no abrir la boca. Para empezar hay gente, como los asesinos en serie, que está bastante desquiciada. Para acabar es extraordinario el papel de los investigadores y cuerpos policiales. Con una minuciosidad que sorprende se encargan de que la más mínima pista sea útil para esclarecer el delito. Me dan ganas de colgar las plumas (las del plumero, las de la boa y la Mont Blanc que nadie me ha regalado aún) y hacerme CSI. Total ya estoy preparada para ver atrocidades gracias al ilustrativo papel de la tele.
El caso de hoy es australiano. Es sorprendente como se abre y globaliza el mercado audiovisual. Casi con toda seguridad, todos y cada uno de los formatos nacen en Estados Unidos de América; pero ya casi todo el mundo produce ese tipo de material de telerealidad que nada tiene que envidiar a la originalidad yanqui. Los australianos lo hacen bien. El programa de hoy es aterrador, asesinatos de mochileros en el país de los canguros. Sin embargo me han dado ganas de ponerme la mochila al hombro y salir ahí fuera a ver el mundo. Eso sí, prohibido hacer autoestop. Una hora después se desvela el misterio, detienen al asesino y lo juzgan. La morbosidad en forma de documental se cambia por la que tiene forma de noticiero. Por suerte alguien inventó el zapping y le doy a la tecla más hasta llegar al Disney Channel. Por fin un poco de inocencia, ¿o no? Desde que ayer Mickey se aliara con Spiderman hay algo que no me cuadra. Aún así la película me entretiene un rato, hasta que me doy cuenta de que es Basil el ratón superdetective. ¡Qué casualidad! Como ya la he visto y, tratándose de Disney, se desvelará el misterio mejor me voy a la cocina y me preparo algo de comer.

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