sábado, 18 de julio de 2009

La peli de sobremesa en julio


Estoy viendo por enésima vez Tiburón 2. Me encanta esa película. No sé si me repito de nuevo con mi admiración por los tiburones, pero no puedo evitarlo. Es quizás por el miedo, que fascina en parte. También se repiten los que elaboran la programación de las televisiones que tienen una extraña psicología. ¡A ver quién se mete en el agua ahora! Estás tranquilamente en el sofá del bungalow, tienes la tripa llena porque te has metido entre pecho y espalda la ensaladilla y la paella de tu madre. Con sus cigalitas y sus mejillones. Lo has regado todo con un buen vino con gaseosa, qué digo gaseosa. ¡Casera!, que sin ella nos vamos. Lo cierto es que, repanchingado en el sofá, con más de 30º en el exterior y el ventilador oreando tu melena, estás en la gloria. Tienes un poco de sueño pero hoy te toca a ti el mando del televisor y no vas a claudicar tan fácilmente. Haces el primer reccorrido, de TVE1 hasta La Sexta. No ves nada interesante. Cavilas sobre la posibilidad de explorar el TDT pero primero deshaces el camino por si las moscas. ¡Y allí está! Con las fauces abiertas y desorbitando las caras de esas pobres criaturitas. Te quedas petrificado en el sofá y ya no puedes apartar la vista del televisor. Suerte que el canal es Cuatro y en los primeros anuncios aprovechas para mear. ¡Abuelo, ni se te ocurra, que ahora vuelvo! Y tu abuelo te mira de esa forma con la que te mira antes de decir eso del respeto a los mayores y otras monsergas.
Así pasas la tarde plácidamente en el salón. Cuando acaba la película no tienes ganas de ir a la playa, por si acaso. Así que con la toalla al hombro recorres los jardines de la urba hasta la piscina. Allí están todos tus colegas tan alelados como tú; tampoco han querido ir a la playa y te esperan con tu mano de mus preparada para la acción.

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