sábado, 11 de julio de 2009

Señorita Champiñón














Los champiñones son unos hongos de lo más comunes. No tienen nada de especial. Son fáciles de domesticar, se pueden cultivar casi en cualquier sitio y los podemos compar en cualquier mercado. Es algo tan fácil de encontrar que incluso hay expresiones que lo corroboran: "salen como setas". Nadie se fija uno a uno en los champiñones laminados de las bandejas blancas de los supermercados, sólo los consumen y fin de la historia. Incluso Mario se los come a mansalva en su mundo de Nintendo.
¿Qué hace en el mundo algo sin valor ni aporte calórico? No destaca por contener gran cantidad de algún mineral; más bien tiene un poquitito de todos, pero muy poco. Lo mismo pasa con las vitaminas, ni la todopoderosa vitamina C se supo hacer un hueco en el mundo funghi. Casi todo el cuerpo del champiñón lo constituye la molécula H2O. Agua corriente para una seta que si te descuidas absorbe metales pesados y radioactividad. ¿Es eso ser traicionero? Dado su tendencia a las malas compañías se recomienda consumir los cultivados, nada de champiñones salvajes por muy franceses que sean.
Si hay algo que se puede destacar del champiñón es su efecto remineralizante y antioxidante por su contenido en selenio. No sé cómo trasladar esto a lo personal, debería preguntarle a Laura en que pensaba cuando me bautizó así. Si lo pienso puede que tenga algo de champiñón, excepto el ascendente francés; yo procuro depilarme mademoiselle.

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