domingo, 12 de julio de 2009

Rastros domingueros


Los domingos de Madrid pasan por una inevitable visita: el Rastro. A pesar de vivir a escasos metros de la plaza de Tirso de Molina y su mercado de las flores, a duras penas piso el Rastro los domingos por la mañana. Hoy, sin embargo, he ido en plan dominguera. Dejé el chándal en el armario junto a un millón de cosas más, pero seguía siendo dominguera. Me llevé la cámara de fotos, algo de dinero y una lista mental de cosas que no quería comprar en el rastro. Siempre debo hacerlo porque si no acabó llegando a casa cargada de cosas que no quiero.
Al mediodía hace calor, pero en las sombras estratégicas de la plaza floreada no se está mal del todo. Siempre hay gente por allí: turistas, niños gritando, terrazas llenas de exigentes clientes aperitivistas... La plaza hace las veces de inicio o de fin del Rastro. Para mí es el principio, la salida de la carrera. Sólo quería cruzar los tenderetes de la manera menos agresiva para llegar al punto desde el que poder inmortalizar una escena típica de domingo: gente. El Rastro es gente, más allá de las cosas que encuentras en la calle. Si logras abstraerte del bullicio y los empujones verás personas, unos champiñones más. Miramos los objetos expuestos en los tenderetes, picamos el anzuelo comprando unos abanicos, buscamos el atajo más cercano y nos escabullimos por el primer callejón a la derecha.
Siento envidia de los domingueros apalancados en las terrazas que beben cervezas. Me compro el periódico para que me haga compañía y me siento bajo una gran sombrilla. ¡Una caña! Me la tuve que beber muy rápido porque se calentaba con facilidad, así que acabé viendo las noticias un poco movidas. Temiendo una insolación, a pesar de la sombrilla, me fui de allí para echarme una siesta de dos horas en el sofá, con el ventilador a su máxima potencia y la tele a media voz. ¡Esto es una tarde de domingo y lo demás son tonterías!

Nota: No me gusta saltarme las normas gramaticales y ortográficas del español, al menos no conscientemente. Eso incluye inventarme palabras, pero lo de los aperitivistas no supe resolverlo con una sola palabra más que esa.

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