sábado, 11 de julio de 2009

¿Te gusta conducir?


Hubiese vuelto despacio a Madrid por la carretera de Valencia. El motor rugiendo junto a mis pies. Las ventanillas bajadas. La música alta que podría ensordecer. El pelo suelto haciéndome cosquillas. El sol alto y brillante que adormece. Solos la carretera, mis pensamientos y yo. Deshaciendo pasos que nunca terminan de rehacerse, pensando en todo lo que soy.
Sin embargo volví en tren, luchando por mantener los ojos abiertos. El aburrimiento de las vías me supera y termino durmiéndome mientras pienso sólo en mis sueños. ¿Alguna vez tendré mi coche? Cada vez me parece todo más y más pesimista, sin posibilidades. Creo que cuando acabe esta crisis tendré que despertarme de la mía, si es que eso es posible y poder conducir sin límite. ¡A ver si me crece la barba como a Villa y me dan trabajo de tio Cosa en la reposición numero un millón de la familia Adams!

1 comentario:

  1. Bueno, ya llegará el coche, el trabajo, el fin de año sabático forzoso... Decía la madrastra de Cenicienta en "Por siempre jamás" a una de las hermanastras: "Hija mía, nada es definitivo hasta que has muerto. Incluso ahí, con Dios, se puede negociar". Y luego echarás de menos el tren cuando tengas que buscar un aparcamiento -y gratis-, cuando se te estropee el aire acondicionado, cuando lleves el coche lleno de niños gritando o cuando tengas que llevarlo al taller o ponerle gasolina -¡siempre cara!-.
    Ya llegará. ¿Por qué coger un tren va a ser una crisis? Disfrutemos con lo que tenemos, ¿no? En tren puedes dormir (en el coche te podrías dar un piña), ver el paisaje, leer...

    Sólo espero que no te crezca barba y sigas siendo la persona tan simpática que escribe tal cual piensa, con sencillez, pasión (y amor a la cultura).

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